Resumen del libro de Josué capítulo por capítulo

Resumen del libro de Josué capítulo por capítulo

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El Libro de Josué relata la entrada de los israelitas a la tierra prometida bajo el liderazgo del profeta Josué. Estudiando este libro, aprenderemos principios que nos pueden ayudar a tener valor y ser fuertes en medio de la oposición. También podemos aprender importantes lecciones de los éxitos que los israelitas experimentaron a causa de su obediencia al Señor y de los fracasos que experimentaron a causa de su desobediencia.

No sabemos con certeza quién escribió el libro de Josué. El libro recibió su nombre por Josué, su personaje principal y sucesor de Moisés como el profeta del Señor para Israel. Como muchos de los profetas del Antiguo Testamento, el ministerio de Josué presagió simbólicamente el del Hijo de Dios. Josué llevó a Israel a la tierra prometida, un símbolo de Jesús, quien lleva a los fieles a la suprema tierra de promisión, el reino celestial.

El libro de Josué es una continuación de los cinco libros de Moisés (Génesis–Deuteronomio) y describe cómo el Señor ayudó a los israelitas a obtener la tierra prometida. El relato de la conquista muestra que a medida que los israelitas obedecieron los mandamientos del Señor con exactitud, Él los hizo salir victoriosos sobre sus enemigos. 

Los dos capítulos finales del libro (Josué 23–24) recalcan la importancia de servir al Señor en vez de a los dioses falsos en la tierra de Canaán, presagiando un problema importante con el que los israelitas tendrían dificultad en el futuro, como se registra en el libro de Jueces y muchos otros libros del Antiguo Testamento.

Capítulo 1

El capítulo 1 del libro de Josué narra el comienzo de una nueva era para los israelitas tras la muerte de Moisés. Dios nombra a Josué como líder y le encomienda la tarea de guiar al pueblo a través del río Jordán hacia la tierra prometida. Se le asegura que cada lugar que pisen será suyo, desde el desierto hasta el Líbano y desde el río Éufrates hasta el mar Mediterráneo. Dios insta a Josué a ser fuerte y valiente, a obedecer la ley dada por Moisés y a no temer, pues Él estará con él en todo momento.

Josué, obedeciendo el mandato divino, prepara al pueblo para la travesía y les ordena recolectar provisiones. Además, recuerda a las tribus de Rubén, Gad y la mitad de Manasés su compromiso de ayudar al resto de las tribus a conquistar la tierra, a pesar de haber recibido ya su herencia al este del Jordán. El capítulo concluye con el pueblo reafirmando su lealtad a Josué, prometiendo obediencia y reconociendo que Dios estará con él como estuvo con Moisés.

Capítulo 2

El capítulo 2 del libro de Josué relata la historia de los espías israelitas en Jericó y la intervención crucial de Rahab. Josué envía dos espías a Jericó para reconocer la tierra, especialmente la ciudad. Los espías se hospedan en la casa de Rahab, una prostituta. Cuando el rey de Jericó se entera de su presencia y exige que sean entregados, Rahab los esconde y engaña a los mensajeros del rey, diciéndoles que los espías ya se habían ido y sugiriendo que los persigan fuera de la ciudad.

Rahab reconoce la autoridad del Dios de Israel y negocia con los espías para salvar a su familia cuando los israelitas ataquen. Ella les pide una señal de su buena fe, y ellos le dan un cordón rojo escarlata para atar en su ventana como señal. Los espías escapan de la ciudad y regresan a Josué, informándole que toda la tierra está aterrorizada ante los israelitas. Este capítulo destaca la fe de Rahab en Dios y su papel en el plan divino para la conquista de Canaán.

Capítulo 3

El capítulo 3 del libro de Josué describe el milagroso cruce del río Jordán por los israelitas. Josué y todo Israel se levantan temprano y parten de Sitim hacia el Jordán, donde acampan antes de cruzarlo. Después de tres días, los oficiales instruyen al pueblo a seguir el arca del pacto llevada por los sacerdotes levitas. La importancia de seguir el arca radica en que les mostraría el camino a seguir, ya que nunca antes habían pasado por esa ruta.

Cuando los sacerdotes que llevan el arca tocan el agua, el río se detiene y se acumula en un montón, permitiendo que todo el pueblo cruce en seco. Este evento es paralelo al cruce del mar Rojo bajo Moisés, reafirmando el poder de Dios y su presencia con Josué y los israelitas. El capítulo enfatiza la obediencia a las instrucciones divinas y la fe en las promesas de Dios, preparando el escenario para la conquista de la tierra prometida.

Capítulo 4

El capítulo 4 del libro de Josué se centra en la conmemoración del cruce milagroso del río Jordán por parte de los israelitas. Después de que todo el pueblo termina de cruzar, Dios le instruye a Josué que seleccione doce hombres, uno de cada tribu, para tomar doce piedras del lugar donde los sacerdotes se detuvieron en medio del Jordán. Estas piedras serían llevadas al campamento y servirían como un memorial perpetuo para las futuras generaciones de israelitas.

Josué cumple con el mandato divino y también erige doce piedras en medio del Jordán como testimonio. Mientras tanto, los sacerdotes que llevaban el arca permanecen en el río hasta que se completa la travesía. Una vez que salen del Jordán, las aguas vuelven a su curso normal. Este acto simbólico no solo sirve como recordatorio del poder de Dios y su fidelidad, sino que también eleva a Josué ante el pueblo, consolidando su liderazgo como sucesor de Moisés.

Capítulo 5

El capítulo 5 del libro de Josué es un momento crucial en la preparación de los israelitas para la conquista de Canaán. Después de cruzar el Jordán, los israelitas acampan en Gilgal, donde Josué lleva a cabo la circuncisión de toda la generación nacida en el desierto, ya que no habían sido circuncidados en el camino desde Egipto. Este acto simboliza la renovación del pacto con Dios y la purificación del pueblo antes de entrar en la tierra prometida.

Además, los israelitas celebran la Pascua en las llanuras de Jericó, marcando la primera vez que lo hacen en Canaán. Al día siguiente, comienzan a alimentarse de los productos de la tierra, y el maná que los había sostenido durante 40 años en el desierto cesa. Finalmente, Josué tiene un encuentro con un misterioso hombre que se presenta como el comandante del ejército del Señor, reafirmando la presencia divina y la protección sobre Israel en su misión.

Capítulo 6

El capítulo 6 del libro de Josué es famoso por la caída de la ciudad de Jericó. Dios le da instrucciones a Josué para la conquista de la ciudad, que incluyen rodear las murallas de Jericó una vez al día durante seis días con los sacerdotes llevando el arca del pacto y tocando trompetas hechas de cuernos de carnero. El séptimo día, deben rodear la ciudad siete veces y, al sonido prolongado de las trompetas, todo el pueblo debe gritar. La promesa divina es que, con este acto, las murallas de Jericó caerán por sí solas.

La obediencia de Josué y del pueblo es recompensada cuando, después de seguir las instrucciones al pie de la letra, las murallas se derrumban como se había predicho. La ciudad es tomada por los israelitas, pero Rahab, la mujer que escondió a los espías israelitas, y su familia son perdonados, tal como se había acordado. Este evento no solo representa un milagro divino en la historia de Israel, sino que también demuestra la importancia de la fe y la obediencia a las instrucciones de Dios.

Capítulo 7

El capítulo 7 del libro de Josué trata sobre el pecado y sus consecuencias dentro del campamento de Israel. Después de la victoria en Jericó, los israelitas sufren una derrota inesperada en la pequeña ciudad de Hai. Josué, desconcertado por la derrota, busca respuestas ante Dios. Se revela que la causa de la derrota es el pecado de Acán, quien desobedeció la instrucción divina al tomar objetos prohibidos del botín de Jericó.

Dios instruye a Josué a purificar al pueblo y castigar el pecado. Acán confiesa su transgresión y es castigado junto con toda su familia y posesiones, siendo apedreados y quemados. Este capítulo resalta la seriedad del pecado y la necesidad de la obediencia y la santidad dentro de la comunidad, así como las consecuencias de las acciones individuales en el bienestar colectivo.

Capítulo 8

El capítulo 8 del libro de Josué narra la victoria de Israel sobre la ciudad de Hai. Después de la derrota inicial y el castigo del pecado de Acán, Dios alienta a Josué a no temer y le promete la victoria sobre Hai. 

Josué y sus hombres preparan una emboscada: mientras una parte del ejército se esconde detrás de la ciudad, Josué y otros soldados se presentan ante Hai para atraer a sus defensores fuera de ella. Cuando los hombres de Hai persiguen a Josué, los emboscados entran y prenden fuego a la ciudad.

La estrategia funciona perfectamente, y los israelitas logran una victoria decisiva. Capturan al rey de Hai y lo ejecutan, y la ciudad es destruida como señal de la ira divina por su maldad. Este capítulo destaca la importancia de la obediencia a las instrucciones de Dios y la fe en sus promesas, así como la redención después del pecado y el fracaso.

Capítulo 9

El capítulo 9 del libro de Josué cuenta la astucia de los gabaonitas. Ante el temor de ser conquistados, los gabaonitas idean un plan para engañar a Josué y a los israelitas haciéndose pasar por embajadores de una tierra distante. Llegan con ropas y provisiones desgastadas para convencer a los israelitas de que han viajado desde muy lejos. Solicitan hacer un pacto de paz y ser siervos de los israelitas.

Josué, sin consultar a Dios, cree en su historia y hace un juramento de paz con ellos. Tres días después, los israelitas descubren que los gabaonitas son en realidad sus vecinos. A pesar de la decepción, los líderes israelitas deciden respetar el juramento hecho ante Dios y no atacar a los gabaonitas, convirtiéndolos en siervos. Este capítulo resalta la importancia de buscar la guía de Dios y las consecuencias de las decisiones tomadas sin su consulta.

Capítulo 10

El capítulo 10 del libro de Josué es un relato dramático de la batalla de los israelitas contra una coalición de reyes amorreos. La historia comienza cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, se alarma al enterarse de las victorias israelitas y forma una alianza con otros cuatro reyes para atacar a Gabaón, que había hecho la paz con Israel. Los gabaonitas piden ayuda a Josué, quien es asegurado por Dios de la victoria. Josué y sus tropas marchan toda la noche desde Gilgal y sorprenden a los amorreos.

Dios interviene de manera milagrosa, lanzando grandes piedras de granizo sobre los enemigos de Israel y deteniendo el sol y la luna a petición de Josué, prolongando el día hasta que los israelitas logran la victoria. 

Este evento único es conocido como el “día prolongado de Josué”. Los cinco reyes son capturados y ejecutados, y Josué continúa su campaña conquistando varias ciudades más en el sur. Este capítulo destaca la soberanía de Dios sobre la creación y su poder para ayudar a su pueblo en tiempos de necesidad.

Capítulo 11

El capítulo 11 del libro de Josué describe una serie de victorias decisivas que los israelitas, bajo el liderazgo de Josué, obtienen sobre varias coaliciones de reyes cananeos. La narrativa comienza con la formación de una gran alianza liderada por Jabín, rey de Hazor, quien teme el avance de los israelitas y busca enfrentarlos. Los reyes cananeos unen sus fuerzas y se preparan para la batalla cerca de las aguas de Merom.

Josué, siguiendo las instrucciones divinas, lanza un ataque sorpresa contra esta coalición y logra una victoria aplastante. La Biblia relata que Dios mismo intervino, causando pánico entre los enemigos, lo que facilitó su derrota. Después de la batalla, Josué lleva a cabo una campaña para destruir completamente a los reinos del norte, incluyendo la ciudad de Hazor, que es incendiada. Este capítulo resalta la obediencia de Josué a las instrucciones de Dios y la fe en su poder para entregar la victoria a Israel.

Capítulo 12

El capítulo 12 del libro de Josué es un recuento de los reyes vencidos y las tierras conquistadas por los israelitas bajo el liderazgo de Moisés y luego de Josué. La primera parte del capítulo enumera los reyes derrotados al este del Jordán por Moisés, incluyendo a Sehón de Hesbón y Og de Basán, cuyas tierras fueron dadas como herencia a las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés.

La segunda parte del capítulo detalla los reyes conquistados por Josué al oeste del Jordán, en la tierra de Canaán. Esta lista incluye treinta y un reyes, comenzando con el rey de Jericó y terminando con el rey de Tirsa, simbolizando la extensa conquista que llevó a cabo Israel. Este recuento sirve como un recordatorio del poder y la fidelidad de Dios, quien cumplió su promesa de entregar la tierra a Israel.

Capítulo 13

El capítulo 13 del libro de Josué marca el comienzo de la distribución de la Tierra Prometida entre las tribus de Israel. A pesar de que Josué ya es anciano, hay territorios que aún no han sido conquistados. Dios le instruye a Josué que reparta estas tierras entre las nueve tribus y media que aún no han recibido su herencia. La región que queda por conquistar incluye tierras de los filisteos, los gesureos y áreas desde el río Sijor hasta el territorio de Ecrón, así como el sur y todo el Líbano hasta la entrada de Hamat.

El capítulo también detalla las tierras que ya habían sido asignadas al este del Jordán por Moisés a las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés. Estas incluyen áreas desde Aroer en el arroyo Arnón hasta la meseta de Medeba y más allá. Aunque se menciona que los israelitas no expulsaron a los habitantes de Guesur y Macá, quienes continúan viviendo en Israel hasta el día de hoy. La tribu de Leví no recibe tierras, ya que su herencia son los sacrificios ofrecidos al Señor.

Capítulo 14

El capítulo 14 del libro de Josué se centra en la figura de Caleb, uno de los dos espías que regresaron con un informe positivo sobre la Tierra Prometida cuarenta años antes. Ahora, a la edad de 85 años, Caleb se presenta ante Josué en Gilgal para reclamar la promesa que Moisés le hizo. Él recuerda cómo siguió completamente al Señor y cómo Moisés le juró que la tierra que pisó sería suya y de sus descendientes.

Caleb pide la región montañosa de Hebrón, donde aún viven los anaceos, gigantes de la tierra. A pesar de su edad avanzada, Caleb se siente tan fuerte como cuando fue enviado a explorar la tierra y está dispuesto a luchar por ella. Josué bendice a Caleb y le concede Hebrón como su herencia. Desde entonces, Hebrón pertenece a Caleb, hijo de Jefone el quenezeo, porque siguió fielmente al Señor Dios de Israel. El capítulo concluye con la tierra disfrutando de un descanso de la guerra.

Capítulo 15

El capítulo 15 del libro de Josué detalla la asignación de la tierra a la tribu de Judá, una de las más extensas y detalladas de todas las distribuciones tribales. Comienza con la descripción de los límites del territorio asignado a Judá, que se extiende desde el desierto de Zin en el sur hasta las orillas del mar Muerto en el este y el mar Mediterráneo en el oeste. Se mencionan ciudades y puntos de referencia específicos que demarcan la frontera de Judá, incluyendo Hebrón y Debir.

El capítulo también relata la historia de Caleb, quien a la edad de 85 años, reclama la región de Hebrón como su herencia, prometida por Moisés. Caleb expulsa a los anaceos, gigantes de la tierra, y toma posesión de Hebrón. 

Además, se cuenta la historia de Otoniel, quien captura la ciudad de Debir y como recompensa recibe la mano de Axá, la hija de Caleb. Axá pide a su padre un campo adicional con fuentes de agua, lo cual Caleb concede. Este capítulo subraya la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas y la importancia de la obediencia y la valentía.

Capítulo 16

El capítulo 16 del libro de Josué describe la asignación de la tierra a los descendientes de José, es decir, a las tribus de Efraín y Manasés. El territorio asignado se extiende desde el Jordán al este de Jericó, subiendo por las montañas de Betel y hacia el oeste hasta el mar. Aunque Efraín y Manasés son dos tribus distintas, ambas son consideradas parte de la herencia de José y reciben una porción doble de la tierra, en cumplimiento de la bendición de Jacob.

El capítulo también menciona que los israelitas no lograron expulsar a los cananeos que vivían en Guézer; en cambio, los cananeos permanecieron viviendo en la tierra de Efraín, aunque sometidos a tributo. Este detalle anticipa algunos de los desafíos que enfrentarán los israelitas en el futuro, ya que la presencia de otros pueblos en la tierra prometida a menudo conducirá a conflictos y a la adopción de prácticas idólatras.

Capítulo 17

El capítulo 17 del libro de Josué continúa con la distribución de la tierra entre las tribus de Israel, centrándose en la tribu de Manasés, hijo mayor de José. A la familia de Maquir, el hijo mayor de Manasés y un guerrero reconocido, se le asignan las tierras de Galaad y Basán. Además, se reparten territorios entre los otros clanes de Manasés, que incluyen a los descendientes de Abiezer, Jélec, Asriel, Siquén, Héfer y Semidá.

Un caso notable es el de las hijas de Zelofejad, quien no tuvo hijos varones. Ellas se presentan ante Josué y los líderes para reclamar su derecho a una herencia, conforme a la orden de Dios a Moisés. Josué les concede tierras junto con los parientes varones. El capítulo también describe los límites del territorio de Manasés, que abarca desde Aser hasta Micmetat, cerca de Siquén, y se extiende hacia el sur hasta las tierras de En Tapúaj.

Sin embargo, los manaseítas no logran expulsar a los cananeos de algunas ciudades, y cuando se fortalecen, los someten a trabajos forzados en lugar de desalojarlos completamente. Los descendientes de José se quejan a Josué por recibir solo una porción de tierra, a lo que Josué responde que, si son numerosos, deben despejar los bosques en las tierras de los ferezeos y refaítas. Este diálogo destaca la continua lucha por la tierra y la necesidad de la tribu de expandirse.

Capítulo 18

El capítulo 18 del libro de Josué describe el proceso de distribución de la tierra restante entre las siete tribus de Israel que aún no habían recibido su herencia. La congregación de los hijos de Israel se reúne en Silo, donde se erige el tabernáculo de reunión. Josué cuestiona a las tribus por su tardanza en tomar posesión de la tierra y les ordena enviar tres hombres por tribu para que recorran y describan la tierra según sus heredades.

La tierra se divide en siete partes, dejando a Judá en su territorio al sur y a la casa de José al norte. Los levitas no reciben una parte porque su herencia es el sacerdocio de Jehová. La tierra se describe en un libro y luego se reparte por suertes delante de Jehová en Silo. La suerte de la tribu de Benjamín cae entre los hijos de Judá y los hijos de José, con límites detallados que incluyen ciudades y puntos de referencia específicos.

Capítulo 19

El capítulo 19 del libro de Josué detalla la distribución de la tierra entre las tribus restantes de Israel. La suerte cae sobre Simeón, Zabulón, Isacar, Aser, Neftalí y Dan, asignando a cada una su herencia en la tierra prometida.

Para la tribu de Simeón, su territorio se encuentra dentro de la región de Judá, ya que la porción de Judá era demasiado grande para ellos solos. Se enumeran varias ciudades y aldeas que forman parte de su herencia. Zabulón recibe un territorio que se extiende hasta Sarid, con límites que incluyen varias ciudades y aldeas. Isacar también recibe ciudades y tierras, incluyendo Jezreel y Bet-semes, con límites que llegan hasta el Jordán.

Aser recibe un territorio que abarca desde Helcat hasta la gran Sidón, con ciudades como Carmelo y Afec. Neftalí obtiene tierras que incluyen la fortaleza de Tiro y la región de Gilead, y Dan recibe un territorio que inicialmente parece insuficiente, lo que los lleva a capturar la ciudad de Lesem y renombrarla como Dan.

Este capítulo resalta la continua fidelidad de Dios en cumplir su promesa de dar a cada tribu su propia herencia en la tierra prometida.

Capítulo 20

El capítulo 20 del libro de Josué establece las ciudades de refugio en la Tierra Prometida. Estas ciudades son designadas para que cualquier persona que haya cometido un homicidio accidental pueda buscar asilo y estar protegida de la venganza hasta que se realice un juicio justo. Dios instruye a los israelitas a señalar seis ciudades de refugio, distribuidas estratégicamente en todo el territorio para que estén accesibles a todos.

Las ciudades de refugio son Kedesh en Galilea, Siquem en Efraín, Hebrón en Judá, Bezer en Rubén, Ramot en Gad y Golán en Manasés. Estas ciudades no solo están disponibles para los israelitas, sino también para los extranjeros que residan entre ellos. La provisión de estas ciudades refleja la justicia y misericordia de Dios, asegurando que la venganza no reemplace al juicio justo y que la vida humana sea valorada y protegida.

Capítulo 21

El capítulo 21 del libro de Josué detalla la asignación de ciudades a los levitas, quienes no recibieron una porción de tierra como las otras tribus de Israel. Los levitas reciben 48 ciudades en total, distribuidas entre las doce tribus, con sus respectivas tierras de pasto para el ganado. Entre estas ciudades, seis son designadas como ciudades de refugio, previamente establecidas en el capítulo 20, para aquellos que cometieran homicidio involuntario.

Los hijos de Aarón, los sacerdotes, reciben trece ciudades de las tribus de Judá, Simeón y Benjamín. Los coatitas, excluyendo a los descendientes de Aarón, reciben diez ciudades de las tribus de Efraín, Dan y la media tribu de Manasés. Los gersonitas obtienen trece ciudades de las tribus de Isacar, Aser, Neftalí y la media tribu de Manasés en Basán. Finalmente, a los meraritas les son asignadas doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón. Este capítulo enfatiza la provisión de Dios para todas las tribus, incluyendo a los levitas, quienes tienen un rol especial en el servicio religioso y espiritual de Israel.

Capítulo 22

El capítulo 22 del libro de Josué trata sobre el regreso de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés a sus tierras después de ayudar a las otras tribus a conquistar Canaán. Josué los elogia por su lealtad y obediencia y les permite volver a sus hogares al este del Jordán con riquezas y botín de guerra. Antes de partir, construyen un gran altar junto al Jordán, lo que causa alarma entre las demás tribus israelitas, quienes temen que sea para ofrecer sacrificios aparte del Señor.

Los israelitas occidentales preparan una delegación, liderada por Finees, para investigar. Los orientales explican que el altar es un testimonio de su parte en el culto al Señor y no para sacrificios, evitando así un conflicto entre las tribus. Este malentendido resuelto destaca la importancia de la comunicación y la unidad en la adoración a Dios.

Capítulo 23

En el capítulo 23 del libro de Josué, encontramos a un Josué anciano que se dirige a todo Israel para darles su último mensaje. Les recuerda todas las obras que Dios ha realizado por ellos, cómo ha expulsado a naciones grandes y poderosas en su favor, y cómo cada promesa de Dios se ha cumplido. Josué insta al pueblo a mantenerse fuerte en su fe y a seguir a Dios como lo han hecho hasta ahora.

Josué advierte al pueblo sobre las consecuencias de apartarse de Dios y mezclarse con las naciones restantes a través de matrimonios y la adopción de sus prácticas idolátricas. Les asegura que si se mantienen fieles a Dios y a su ley, continuarán disfrutando de las bendiciones en la tierra prometida. Sin embargo, si quebrantan el pacto con Dios, enfrentarán maldiciones y perderán la tierra que les ha sido dada. Este capítulo es un llamado a la obediencia y la lealtad a Dios, así como una advertencia sobre las graves consecuencias de la infidelidad.

Capítulo 24

El capítulo 24 del libro de Josué es un episodio significativo donde Josué reúne a todas las tribus de Israel en Siquem para un discurso de despedida. En este encuentro, Josué recuerda al pueblo la historia de su relación con Dios, desde Abraham hasta su liberación de Egipto y la conquista de Canaán. Les insta a rechazar los dioses extranjeros y a servir solo a Jehová con integridad y fidelidad.

Josué presenta una elección decisiva: servir a los dioses de sus antepasados o a Jehová. Él declara su compromiso personal y familiar a servir a Jehová. El pueblo responde unánimemente, reafirmando su intención de servir a Dios y rechazar a otros dioses. Para sellar el compromiso, Josué establece un gran piedra como testigo del pacto renovado entre el pueblo y Dios. Este capítulo resalta la importancia de la elección personal y comunitaria en la adoración y la lealtad a Dios.

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