Génesis 13:1-13 explicación

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En “Génesis 13:1-13 una explicación”, nos sumergimos en la continuación de la travesía de Abram tras su retorno de Egipto. Este pasaje bíblico nos presenta un momento decisivo en la relación entre Abram y su sobrino Lot, marcado por la separación de sus caminos. La narrativa destaca la abundancia de sus posesiones, la tensión resultante y la elección de Lot de asentarse cerca de Sodoma. Este capítulo no solo refleja la generosidad y la confianza de Abram en la promesa divina, sino que también prefigura eventos futuros significativos en la historia de la redención.

Génesis 13:1-4: la necesidad de separarse

Luego de Abram ser expulsado de Egipto, se dirigió al Neguev, pero en esta ocasión con todo un botín por delante, con su esposa, siervos y ganado. En todo esto también estaba presente Lot, el cual es un personaje importante en medio de todo. El texto nos muestra la condición de Abram después de Egipto: él era muy rico en ganado, oro y plata (v. 2), esto sin duda implicaba su condición de riqueza en medio de aquella generación.

Así, en esa condición Abram continuo su camino de regreso al lugar de inicio (12:6, 8-9; 28:19), recordemos que allí Abram había construido un altar, así que vemos que este regresa de un lugar pagano al lugar de su primer altar, donde Dios se le reveló y le mostró su gracia y propósitos. Precisamente esto es lo que se recuerda en el versículo 4, que allí se había erigido un altar y que el nombre del Señor había sido invocado (cp. 35:1-3). Es necesario recordar que Betel significa casa de Dios, y, desde la perspectiva del lector, este era el lugar hacia donde regresaba a Abram (figuradamente, cp. Luc. 15:11-32).

De modo que lo que notamos es que Abram viene nuevamente al Señor, después de su pecado, temor y vergüenza, regresa ante el altar del Señor para invocar su nombre y recibir dirección ante su presencia. Es probable que este caminar de parte de Abram tenga una relación directa con su condición de pecador, al igual que su condición de patriarca escogido, por lo cual, cada movimiento y decisión que toma muestra como se relaciona con Dios y, por consiguiente, con su pacto y sus promesas.

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El comentario exegético explica:

“[…] comparado con las tribus pastoriles a que pertenecía. Un jeque árabe se considera rico, si tiene cien o doscientas carpas; de sesenta a cien camellos, mil ovejas y cabras respectivamente. Y siendo Abram “riquísimo”, excedería en mucho aquella cantidad de propiedad pastoril. Como “la plata y el oro” son escasos entre esa gente, la cantidad que tenía Abram, tal vez había provenido de la venta de hacienda en Egipto.”[1]

Génesis 13:5-7: demasiado para estar juntos

Ahora bien, también estaba Lot, quien también tenía rebaños, ganado y respectivas tiendas de campaña. Es interesante comparar esta descripción (v. 5), con la descripción dada a Abram (v. 2), esto demuestra que era Abram quien el que había sido enriquecido en gran manera, esto, claramente, conforme a lo que había ocurrido en Egipto, pero sobre todo en cumplimiento de las promesas de Dios (véase la explicación de Génesis 12:1-9). Aun así, conforme a la descripción del versículo 5, indica que Lot tenía también bastante, aunque esta última descripción indica el conflicto más por territorio que por riquezas, de aquí que la descripción de Lot sea en relación de rebaños, ganado y tiendas de campaña (véase el versículo 5).

De aquí que se nos diga que el lugar o territorio (un concepto importante en todo el libro de Génesis) fuese insuficiente para que convivieran ellos dos en el mismo espacio. Algo normal según la forma de vivir de aquella época y que se resaltaba más al considerar la presencia de los cananeos.

Esto era algo que podría ser evidente a simple vista, y que podría mitigarse poco a poco. No obstante, en el versículo 7 se nos indica que empezaron a haber fricciones (esta palabra habla de riñas, discusiones o peleas, ver 26:20-23; 31:36; Ex. 17:7) de modo que ya no podía haber paz entre ellos. Adicionalmente, a esto, en aquella tierra también estaban presentes los cananeos y los ferezeos, esta nota se añade aquí no como un simple dato, sino como un añadido al conflicto. De hecho, cuando se habla de este pueblo en Génesis, su percepción no es del todo positiva, y con mucho se podría decir que algo neutra (cp. Génesis 9:18-28; 10:19; 12:6; 15:18-21; 34:30), en dado caso, para el lector del tiempo de Moisés y la posteridad Israelita, el cananeo y el ferezeo eran sinónimo de enemigos (Neh. 5:9; Ex. 34:11-17; 23:31-33).

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Génesis 13:8-9: la humilde propuesta de Abram

La relación familiar en este texto, como en muchos otros, norma no solamente los tratos de Abram (quien, tal vez haya sido un cobarde, pero realmente fue un buen padre de familia), así no debía haber este tipo de conflicto ni personalmente ni tampoco entre sus siervos, específicamente entre sus pastores. Ahora bien, notemos que esta conversación es iniciada por Abram, su actitud es la de un pacificador (cp. Mt. 5:9; 6:32; Ro. 12:10, 11; Fil. 2:4). Y, la razón de esto, es el parentesco que existe entre ellos. De esta manera, el concepto de familia que nos presenta la Biblia en este texto lleva a concordar y buscar el bien mutuo de manera pacífica, como vemos Abram, no codicio la tierra en detrimento del bienestar de su prójimo.

Lo increíble no es solamente esto, sino también la actitud bondadosa de Abram, él le otorgó la decisión de escoger la tierra que mejor prefiriera: si tú vas a la derecha, yo iré a la izquierda, y si vas a la izquierda, yo iré a la derecha. Aquí no hubo que echar suertes, la decisión estaba a merced de Lot.

Lo increíble de esto es como la providencia termino obrando en la vida de Abram y de Lot, como posteriormente este término corriendo por su vida, viviendo luego en una ciudad muy pequeña y siendo parte de uno de los actos más depravados de aquel tiempo (cp. 18-19).

Génesis 13:10-13: la separación de Lot

Lot alzó la vista y vio el valle del Jordán (vv. 10-12; 19:17, 25, 28, 29), generalmente al pueblo de Israel no se le asocia con valles, sino con tierras elevadas, montañas y alturas (1 Re. 20:28). No obstante, los valles, vista desde una mirada meramente física, tiene una relación con la fertilidad de la tierra (Sal. 65:13), siendo esta la mejor para poder sembrar y cosechar. Este último sentido está muy marcado en la mirada de Lot. La palabra usada aquí se repite 3 veces, igualmente 3 veces en la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Es interesante la descripción de Moisés acerca de esta visión de parte de Lot, explícitamente: tierra de regadío, el jardín del Señor, la tierra de Egipto. A simple vista, la tierra observada por Lot era un que manifestaba prosperidad y presagiaba una buena vida, por ende, lo más lógico era tomar esta tierra.

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Pero dentro de esta misma apreciación de Moisés, él anticipa lo que ha de suceder al decir “así era antes de que el Señor destruyera Sodoma y Gomorra”, y, aunque era todo esto, estaba destinada a la destrucción. De tal forma que, todas las riquezas de Lot, que bien había adquirido en parte en su acompañar con Abram, fueron destruidas posteriormente. Es interesante que aquello que para él fue de bienestar termino siendo su desgracia.

Por esto Lot se fue al oriente, escogió para sí el valle del Jordán, de tal manera que allí Abram y Lot se separaron, tomando lugares distintos de habitad y separándose como familias. Lo que nos dice el texto es que Abram se quedó en las tierras de Canaán, Lot a cambio se fue a vivir a las ciudades del valle, donde, paulatinamente, llego a habitar en Sodoma.

“[…] los viajeros dicen que, desde la cumbre de este collado, un poco “al este de Bethel”, pueden ver el Jordán, las anchas praderas en cada ribera, y una ondulante línea verde que señala el curso del río.”[2]

Aquí el contraste es claro, Abraham, en su virtud, se queda en Canaán (la tierra prometida) pero sin mucho que ofrecer para ese tiempo, y Lot, en su interés físico, se queda en Sodoma (la ciudad de destrucción). Posteriormente, Canaán es vista como representación de la tierra prometida, celestial, y restaurada (cp. Heb. 4:1-11; 3:18-19; 2 Pe. 3:13; Ap. 14:13; 21:2, 10), mientras que Sodoma es asociada a la destrucción, el juicio y el infierno (cp. Mt. 10:15; Mar. 6:11; Luc. 10:12; Ap. 3:12; 11:8).

Además, se añade que los habitantes de Sodoma eran malvados en gran manera, la expresión es la de una impiedad e iniquidad sin igual para ese tiempo. Se ejemplifica sus actos cuando Dios ha de destruirlos en Génesis 19, donde intentan violar a los ángeles, y el mismo Señor recibe clamores en contra de Sodoma.


[1] Comentario Exegético, pág. 28

[2] Comentario Exegético, pág. 28

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