Explicacion del Salmo 32

Grupo de salmistas en el templo

Indice de contenido:

El salmo 32 es uno de los llamados salmos penitenciales, que expresan el arrepentimiento y la confesión del pecado ante Dios. Sin embargo, este salmo no es solo una súplica por el perdón, sino también una alabanza por la gracia y la misericordia de Dios, que restaura la comunión con el salmista y le da paz y gozo. Además, el salmo contiene una enseñanza de sabiduría, que invita a los lectores a seguir el camino de la rectitud y a evitar el mal.
El autor del salmo es David, según el título, y según la cita que hace el apóstol Pablo en Romanos 4:6-8, donde usa este salmo como ejemplo de la justificación por la fe y no por las obras. Algunos comentaristas sugieren que David escribió este salmo después de su gran pecado con Betsabé y Urías, y después de haber recibido el perdón de Dios por medio del profeta Natán (2 Samuel 12). Otros, en cambio, opinan que el salmo no se refiere a un pecado específico, sino a la condición general del ser humano, que necesita constantemente del perdón de Dios.
El salmo se divide en dos partes principales: la primera (vv. 1-7) describe la experiencia personal del salmista, que pasa de la angustia y el silencio al alivio y la alegría al confesar su pecado y recibir el perdón de Dios. La segunda parte (vv. 8-11) presenta la instrucción del salmista, que aconseja a los demás cómo buscar a Dios y cómo evitar el sufrimiento que produce el pecado. El salmo termina con una invitación a alegrarse y a cantar a Dios, que rodea de misericordia a los que confían en él.

En este artículo, vamos a analizar el salmo 32 verso por verso, para comprender su mensaje y su aplicación para nuestra vida. También vamos a consultar algunos comentarios bíblicos que nos ayudarán a profundizar en el sentido y el contexto del salmo.

Versículos 1 al 2

El salmo empieza con una palabra de profundo significado “dichoso” o “bienaventurado”, es como generalmente se traduce esta palabra hebrea. La NTV haciendo caso de este rico significado lo transmite con un “Oh, cuan felices…” en los salmos los bienaventurados son equiparados a los justos y quienes caminan a la luz de las bondades de Dios (cp. Sal. 1:1-2; 40:4; 84:12; 89:15; 106:3; 119:1-2; 128:1).

Pero esta expresión no se contempla por si sola, se refiere a “aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto”, es decir, la bienaventuranza se encuentra en aquel cuyo pecado ha sido perdonado y cubierto por Dios. Esto lo presenta Pablo en Romanos 4:7-8 como el evangelio de la justificación por la fe (Hch. 13:38-39; Is. 43:25; 44:22), y se refiere a esto como “la bendición de Dios que atribuye justicia sin las obras…”.

El versículo 2 enfatiza esta misma realidad, pero al mismo tiempo añade la integridad del hombre, por un lado, la justificación es algo que Dios obra en el creyente, pero al mismo tiempo es algo que produce integridad de corazón. Siguiendo la comparación intertestamentaria, debemos decir que esta es la misma idea de Romanos 4 y 5 (justificación/perdón) y Romanos 6 al 8 (integridad/santificación).

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Esta relación entre justificación e integridad está íntimamente relacionada, y las dos cosas forman parte de la bienaventuranza. Aun así, los versículos 1 al 2 enfatizan en 3 de 4 porciones el perdón, el cubrir el pecado y la libertad de la culpa, solamente en la última parte del versículo 2 habla sobre el hombre en quien no hay engaño (una expresión para hablar de la integridad ver Sal. 17:1; Jn. 1:47; Ap. 14:5).

En estos versículos hay 4 expresiones para hablar del pecado:

  • Transgresiones
  • Pecados
  • Maldad
  • Engaño

Los primeros 3 se refieren al acto mismo, y el ultimo es contrastado con respecto a la confesión del pecado que continua en los siguientes versículos.

Versículos 3 al 4

Pero el pecado, para ser perdonado, es necesario confesarlo delante de Dios. Por eso afirma en el versículo 3 que mientras callaba, es decir, mientras se negaba a confesar su pecado a Dios, las consecuencias corporales lo acompañaban: “mis huesos se fueron consumiendo” (NVI), “mi cuerpo se consumió” (NTV) “mi cuerpo iba decayendo” (DHH) y las 3 traducciones coinciden en que esto ocurría conjuntamente con el gemir del salmista. Pareciera que el Salmista estuviera padeciendo corporalmente algún tipo de afección física generalizada que lo dirigía a expresar un gemido constante, como cuando duelen los huesos o los músculos. La causalidad de esto se implica cuando dice “cuando calle…” es decir, que cuando callo su pecado este dolor se agudizaba.

El versículo 4 explica la causa, “… tu mano pesaba sobre mi” (cp. 38:3; 51:8; 102:3-5; Is. 57:17), el se expresa elocuentemente y afirma que se sentía como “flor marchita por el verano”, así decaía como cuando se le escapa la vida o se le evaporan las fuerzas, como yendo en dirección de la muerte y fatigado por la mano de Dios que lo aplasta cada vez más (39:10-11).

Esto significa que hay una razón por la cual su vida espiritual estaba descompuesta y sin vitalidad: el no confesar y admitir su pecado delante de Dios.

Hay una forma de cubrir el pecado que es una maldición (Proverbios 28:13). «El que encubre sus pecados, no prosperará.» Hay un modo de encubrirlo, que es no confesarlo, o lo que es peor, negarlo -Gehazi lo usó-, un cubrir el pecado con una mentira; y hay también un cubrir el pecado al justificamos: «No he hecho esto», o «No era nada malo».

Todas éstas son formas falsas de cubrirlo; el que cubre así su pecado no prosperará. Pero hay una forma bendita de cubrir el pecado: el perdón del pecado es esconderlo de la vista, y esto es la bienaventuranza.

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– Richard Alleine –

Versículos 5 al 7

Bajo el entendimiento de los versículos 1 al 4, se escriben las siguientes líneas, y contraponen la condición del salmista y su realidad a causa de ella. Si los huesos del salmista eran consumidos por su silencio, la confesión sería entonces la liberación de sus padecimientos.  En este caso es antepuesto la confesión al silencio, y el desánimo y la falta de vida al avivamiento y la forma justa de vivir.

El versículo 5 repite la idea de confesión de pecados en 3 ocasiones, y la ultima parte de esta sección se relaciona con la respuesta de Dios ante esta confesión. Ciertas traducciones transmiten la idea de que fueron confesados “todos los pecados”, y fueron puestos ante los ojos de Dios (Sal. 51:3-5; Pr. 28:13; Jer. 3:13; 1 Jn. 1:8-10). Consecuentemente “tu perdonaste mi pecado…” lo que contrasta con “tu mano pesaba contra mi todo el día…”.

En el versículo 6 hace una conexión con el versículo 5, indicando que “por eso…” es decir, porque Dios perdona el pecado al ser confesado, es que “a ti orara todo santo” (BTX), pero esto es en el tiempo el que puedas ser hallado, es decir, antes de que Dios derrame su juicio (cp. Is. 49:8; 55:6-7). De forma metafórica se habla de las aguas que han de llegar a la vida del justo, estas son referencias constantes en el libro de los salmos como una condición de pena y dolor (cp. 42:7; 69:1-2, 13-15; 124:4-5), posiblemente una referencia a las aguas que cubrieron a los egipcios.

Por consiguiente, en el versículo 7 confiesa que Dios es su refugio, que Dios es quien lo guarda de la angustia (comparar los versículos anteriores) y que lo rodeara con canticos de liberación. El texto muestra los beneficios que haya el salmista en ser reconciliado con Dios y mantenido en completa armonía con su preciosa presencia. Es un refugio, quien lo guarda de la angustia y quien lo lleva con canticos de liberación.

La primera palabra es refugio (cp. Sal. 9:9; 27.5; 31:10; 119:14; 143:9), la idea es la de un lugar en el que el salmista encuentra seguridad.

La segunda expresión es “me guardaras de la angustia” que es una forma de hacer eco de la primera declaración, pero esta explica la primera, es decir, Dios libra de la angustia al creyente. Esto claramente esta relacionado con la condición que tenia el salmista con su pecado no confesado.

La tercera declaración, habla de los canticos de liberación, literalmente habla de gritos de salvación, y habla de las alabanzas en clamor gozoso por el deleite de la salvación (cp. Ex. 15:1-3; 2 Sam. 22:1; Sal. 98:2; Ap. 7:10; 15:2-3), esto significa que no solamente contara con Dios como un refugio, tendrá un corazón libre de angustias, sino que también se deleitara y se regocijara en Dios. No obstante, el salmista reconoce que esto proviene de Dios, puesto que “quien lo rodea con canticos de liberación” es Dios mismo. La NTV transmite la idea refiriéndose a “cantos de victoria”.

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Versículos 8 al 9

Estos versículos hablan de otros beneficios obtenidos al reconciliarse con Dios por medio de la confesión de pecado, y se centra en el entendimiento del hombre sobre su vida y la comprensión de la voluntad de Dios. El versículo 8 se entiende como Dios hablando, es Dios quien toma los labios del salmista y le dice que lo hará entender, que el mismo le enseñará el camino por el que debe andar. En este mismo contexto habla sobre poner sus ojos en él, la idea es la de “velar por ti” (NTV y NVI), en el sentido de que no apartara su vista de él justo. Dios toma aquí una actitud paternal con el salmista y con su pueblo (cp. 34.11; Pr. 3.1; 4:1-13; 8:10-11; Mt. 11:29).

En la primera parte de esta sección vemos la disposición de Dios de dar entendimiento e instrucción, de cuidar y velar por la integridad del justo, y darle sabiduría y consejo. Es decir, Dios se compromete a dar el entendimiento para el cuidado de la vida del justo.

En cambio, en el versículo 8 encontramos una exhortación a dejarse guiar, a no ser como el caballo o el mulo que precisan de un bozal para ser frenados o dirigidos, es decir, que necesitan de instrumentos coercitivos para comprender cual es la voluntad de sus amos. Esto contrasta con el versículo anterior, quien nos dice que Dios da entendimiento, por ende, exhorte en el versículo 8 a no ser “sin entendimiento”, la voluntad de Dios es que voluntariamente dirijamos nuestras vidas conforme a su voluntad (cp. Pr. 26:3; Stg. 4:7-10; Ro. 12:1-2). Por eso se nos llama a renovar nuestro entendimiento para discernir la voluntad de Dios.

Versículos 10 al 11

Finalmente, vemos en los versículos 10 al 11 el cierre de nuestro pasaje, como contraste de las bendiciones del justo vemos el destino del malvado. Para los malvados (en este contexto aquellos que no confiesan sus pecados) habrá muchos dolores, pero, para el justo, la misericordia de Dios lo acompañará en todo momento.

Por ambas cosas, la exhortación final del Salmista es que nos alegremos y nos regocijemos en el Señor ¿Por qué razón? ¿Por qué deberíamos cantar con jubilo y con confianza al Señor? Puesto que el perdona quien confiesa su pecado y vive en justicia delante de Él, la rodea con canticos de liberación, enseña su camino y transforma nuestras vidas.

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