Habacuc 1 1-4 | Explicacion y enseñanza

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Indice de contenido:

“La profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.” Habacuc 1:1-4

Explicación de Habacuc 1:1

“La profecía que vio el profeta Habacuc” (vs. 1). 

El texto dice que las profecías y visiones que están en este libro pertenecen al profeta Habacuc. Por esa razón es que este libro lleva el nombre del profeta porque fue él quien recibió estas visiones. 

Lo más lógico es pensar que Habacuc fue el autor de este libro y que fue él quién escribió las visiones que había recibido de parte de Dios. Esto queda más claro por el mismo hecho de que Dios le dice a Habacuc que escriba las visiones que había recibido: 

“Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella” (2:2). 

Mira aquí la explicación detallada de Habacuc 2:2

De este texto podemos deducir entonces que el profeta Habacuc es el autor del libro que lleva su propio nombre

Además, tenemos que destacar que Habacuc al igual que todos los profetas del Antiguo Testamento (a excepción de Moisés), recibió las profecías de Dios por medio de sueños y visiones, como el mismo texto lo dice (Heb. 1:1-2). 

Explicación de Habacuc 1:2

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ” (vs. 2). 

El profeta comienza presentando una queja delante de Dios: “Hasta cuándo”. La frase expresa una insatisfacción en el corazón del profeta y un deseo de que Dios haga justicia por toda la maldad que asediaba a los justos. 

Estas palabras se usan en contextos donde la causa de la queja ha sido repetitiva (Éx. 16:28; Núm. 14:11; Jos. 18:3; Job. 18:2; 19:2; Sal. 13:1-2). En el caso de Job, reprende a sus amigos porque eran insistentes en seguir dando argumentos necios. Su “¿cuándo pondréis fin a las palabras” (18:2) significa: “¿cuántas veces van a seguir diciendo lo mismo?”. Lo mismo sucede en las citas que he mencionado. 

Esto quiere decir que el profeta Habacuc tenía mucho tiempo clamando a Dios por la injusticia que se vivía en el pueblo, pero Dios no daba respuesta. Todo seguía igual, Dios no contestaba sus oraciones. 

Con todo y todo, Habacuc evidencia su confianza en Dios. De hecho, por su utiliza Jehová, el nombre del Dios del pacto. Un nombre utilizado en las Escrituras cuando se quiere enfatizar la fidelidad y la relación de Dios con su pueblo. 

En la mente del profeta, Yahvé seguía siendo su Dios. Su respuesta lógica es que, al ser Dios su pastor, su ayuda y su fortaleza, debía responder a sus oraciones. Por eso, se presenta la inquietud de parte del profeta. 

Es como si dijera: 

“Señor, ¿acaso no eres nuestro Dios? ¿Acaso no eres nuestro Salvador? 

¿Por qué, entonces, no nos ayudas? 

¿Por qué, entonces, pareciera como si nunca hubiésemos clamado a ti, o como si no estuvieras al tanto de lo que estamos viviendo?

Leer más  Explicación de Habacuc 2:3

De hecho, esa es la idea que sigue: 

“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?”. 

Ahora tenemos que notar que en el versículo 2 tenemos un paralelismo complementario. Un paralelismo complementaria es cuando dos frases son similares, pero una frase complementa a la otra. La segunda parte del versículo avanza un poco más en la idea. Salvar no es sinónimo de escuchar. 

Sin embargo, salvar es la acción que debía ocurrir después de escuchar. En otras palabras, la idea es que Dios escuchará el clamor del profeta y del pueblo, y en consecuencia, salvará al pueblo de los hombres malvados. 

  1. Pediré … Clamaré
  2. Ayuda … Violencia
  3. Sin que tu escuches … sin que tú salves

Veamos más a detalle cómo se complementa cada frase: 

  1. Habacuc estaba clamando, y orando a Dios. Esta era la forma en cómo el profeta reaccionaba ante la injusticia que estaba viviendo. Reconocía que la justicia viene de Dios. 
  2. Habacuc estaba pidiendo ayuda a Dios por la violencia que se estaba viviendo en el pueblo. Unos a otros se despedazaban y el mal estaba reinando en el pueblo de Israel. Habacuc sabía que el único que podría ayudarlos en esta situación tan grande injusticia e impiedad sería el Señor Dios del pacto. 
  3. Pero Dios no respondía sus oraciones. Habacuc oraba, oraba y oraba. Y Dios no hacía nada. Escuchas y salvar aquí son ideas complementarias. Habacuc quería que Dios escuchara, pero ese escuchar implicaba una acción. Dios debía escuchar para salvar a su pueblo de la injusticia e impiedad. Sin embargo, Dios no respondía a las oraciones de Habacuc. 

Explicación de Habacuc 1:3

“¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan ” (vs. 3). 

Para el profeta no es muy razonable lo que Dios está haciendo aquí. Dios está permitiendo que la injusticia avance, y que, además, los justos sufran en toda esta situación. El problema de Habacuc es que principalmente la justicia y los justos estaban sufriendo en toda esta situación mientras que Dios no hacía nada. 

La justicia estaba pervertida. De modo que, los justos y los buenos eran castigados, mientras que los malhechores prosperaron. Para Habacuc, Dios no estaba actuando razonablemente al no hacer nada, al no defender la justicia y al no salvar a los justos. 

Posteriormente, el profeta comienza a explicar lo que estaba sucediendo entre los judíos en aquel momento. El reinado de Joacim era un reino de mucha iniquidad. Este rey no escuchaba a los profetas de Jehová, como claramente se puede ver en el libro de Jeremías. 

Y como era de esperarse, si el rey era malo, el pueblo también se apartaba de Dios. Naturalmente, entre los judíos reinó la la maldad, la idolatría y la injusticia; la cual ocasionaba sufrimiento entre los justos. 

  • Primero, porque quebrantan la palabra del Señor. 
  • Segundo, porque perseguían a los que sí temían al Señor. 

De hecho, ahora el profeta pasa a explicar qué sucedía en el pueblo: 

“Destrucción y violencia hay delante de mí, pleitos y contiendan se levantan” (vs. 3). 

Siguiendo la idea de las preguntas anteriores, el profeta sigue explicando que lo único que puede presenciar en el pueblo de Dios es maldad. Es interesante la manera tan crítica en que el profeta describe la situación del pueblo. 

Leer más  Habacuc 3:19 | Explicación, análisis, contexto y mensaje

La situación es caótica. Unos a otros se dañan, se golpean, se matan, se roban y se destruyen. Los actos del pueblo de Dios son violentos unos contra otros. Debemos imaginarnos a personas sedientas de sangre, tramando en cómo perjudicar a otros. En el pueblo de Dios, solamente existían pleitos, y rencillas. 

Con esto último, el profeta no sólo incluye aquellos crímenes más terribles, como el asesinato o el robo. Esto también incluye un quebrantamiento en todas las relaciones: entre esposos, entre los miembros de la familia, en el liderazgo, en el juicio, entre todos hay discordias y pleitos.

Y la Escritura nos advierte con mucha claridad que todas estas cosas son señales de una profunda maldad en el ser humano (Gál. 5:19-21). 

Explicación de Habacuc 1:4

“Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.  ” (vs. 4). 

La violencia, maldad, y egoísmo trajo como consecuencia que el justo fuera perseguido, y perjudicado. Habacuc dice que la maldad de los hombres ha llevado a que los creyentes fueran perseguidos y dañados. 

Esto tiene sentido porque el pecado siempre trae como fruto más pecado. Es como si el profeta dijera: “esta gente está entregada a su perversión, se odian unos a otros, aborrecen la justicia, y por eso te desobedecen y aborrecen a los que te aman”.  

“La ley es debilitada, y el juicio no se ajusta a la justicia”.  Este término se refiere a la ley de Dios en su totalidad, tanto judicial, como sacerdotal, como moral. La ley en su sentido más amplio. 

Lo que ve aquí el profeta es una desobediencia total a la ley de Dios, una oposición completa a lo que Dios ha establecido, con gran determinación y ahínco. Profetas como Jeremías describen con claridad el quebrantamiento de la ley de Dios que existía en esta época. Era un pueblo que se había apartado del Señor a los ídolos (Jer. 2:8; 6:19; 9:13; 16:11; 44:10). 

Este término no puede tomarse solamente como ley “judicial”. Porque en este tiempo no solo esa ley era quebrantada y debilitada.  Los judíos del tiempo de Jeremías ya se encontraban en casi una total apostasía. 

Ahora, esto si interpretamos “ley” de esta manera, nuestra interpretación de “justicia” también debe cambiar. Justicia no solamente a los juicios en tribunales, sino que también puede referirse a un estándar de verdad y bondad. 

La idea de Habacuc es que la gente no estaba ajustando su vida y su criterio a la palabra de Dios, que es la norma de justicia. Esto, por supuesto, hacía que los actos judiciales estuvieran corrompidos y pervertidos. Pero fue la misma causa de la idolatría y apostasía total que había entre los judíos. 

“El impío persigue al justo, por eso la justicia se desvía”. Nuevamente, debemos entender aquí cómo se entiende el término “justo”. El término justo no se refiere a una persona sin pecado, o sin ningún delito ante la ley judicial. Más bien, se refiere a una persona que teme a Dios y ha sido salvada por su gracia.  

En ese sentido, el justo es aquel que cumple la ley de Dios (Salmo 1), y se acomoda a su justicia. 

La queja de Habacuc es razonable: los que desobedecen a Dios están prosperando por encima de los justos. Ellos siempre parecen tener victoria, pero los justos siempre parecen estar perdiendo. 

Leer más  Habacuc 1:5 | Explicación y Mensaje

Parece que Dios está permitiendo que la desobediencia y no la piedad, prevalezca dentro del pueblo. Es como si Habacuc dijera: 

“Oh Dios, si alguien te desobedece, entonces sí lo prosperas. Pero si intentamos cumplir tus mandatos y temerte, permites que nuestro camino sea estorbado y que otros nos hagan daño”. Se describe una situación donde los que quieran obedecer a Dios tienen muchas dificultades para hacerlo. 

Algo similar le sucedió al salmista Asaf en el salmo 73. Tuvo envidia de los malos porque estos prosperaron, mientras que los justos como él sufrían mucho. 

El resultado es el siguiente “por eso sale torcida la justicia”.

La gente en el tiempo de Habacuc había distorsionado lo que era bueno y malo. Tal como dice Isaías:

 “¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!” (Is. 5:20). 

La generación de Habacuc era una cuya forma de pensar y vivir era completamente opuesta y pervertida delante de Dios. “Torcer” no solamente puede implicar que los juicios civiles estaban corrompidos con soborno y corrupción, sino que también presupone que el pueblo de Dios no se conducía con los estándares de justicia de Dios. 

En cambio, vemos una situación donde la propia iglesia había distorsionado lo que Dios dice sobre la verdad, su salvación, y su justicia. Esta ciertamente era una generación perversa. 

Enseñanza de Habacuc 1:1-4

Habacuc 1:1-4 nos enseña una realidad que todos los creyentes compartimos: tenemos mentes limitadas para entender la sabiduría y la justicia de Dios. 

Lo que sabemos de Dios y entendemos de su proceder es apenas una pizca de los grandes misterios de los caminos del Señor. 

Por más que Habacuc entendía la palabra de Dios no era capaz de entender lo que Dios estaba permitiendo en este momento. Mucho menos que el Señor no respondiera sus oraciones, cuando estas eran justas y conforme a su palabra. 

Por lo cual, la primera enseñanza del texto es que debemos tener humildad para reconocer que los caminos de Dios son mayores que los nuestros. Y por tanto, debemos exclamar con la misma humildad y reverencia de Pablo: 

“ ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. ” (Rom. 11:33-36). 

Lo segundo es que podemos llegar a sentir envidia o desesperarnos cuando Dios no hace justicia en nuestros tiempos. Sin embargo, las Escrituras nos enseñanza dejar la venganza al Señor y a esperar que Dios haga su juicio el tiempo que él ha determinado. 

Asaf entendió que, aunque los malvados pueden prosperar en este mundo, su fin será terrible. No escaparán del juicio de Dios (Sal. 73:8-28).  

Y de la misma manera que Asaf, cuando Habacuc entendió el juicio que vendría, sintió paz en el Señor (Hab. 2:1-4). Incluso, el libro termina con una declaración total de confianza en el Señor (Habacuc 3:17-19). 

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