El pasaje de Génesis 14:17-24 nos presenta un momento decisivo en la historia bíblica, donde Abram, tras una victoria resonante sobre Quedorloamer y sus aliados, es recibido por dos figuras prominentes: el rey de Sodoma y Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo (puedes ver el contexto en la explicación de Génesis 14:1-16). Este encuentro no solo subraya la estatura de Abram como líder y guerrero, sino que también introduce a Melquisedec, una figura misteriosa cuya bendición a Abram y recepción del diezmo señalan una autoridad y sacerdocio superiores, prefigurando el sacerdocio eterno de Cristo. Mientras tanto, el rey de Sodoma busca negociar con Abram, evidenciando las complejas dinámicas de poder y respeto en la antigüedad. Este relato destaca la trascendencia de Dios y su intervención en los asuntos humanos, marcando un precedente para la relación entre Dios y su pueblo elegido.
Versículo 17
La victoria de Abram es descrita con claridad: Abram derrotó a Quedorloamer y a sus compañeros. Claramente, el texto trata de darle el mérito Abram, y bien que así sea, ya que quien lidero esta campaña fue él. De forma que en esta escena Abram regresa como quien ha de regresar victorioso de una guerra. Y quien salió a recibirlo, claramente viendo la imagen de Abram ileso y todo lo que venía detrás de él, lo recibió como un hombre que traía consigo a las personas y posesiones que ellos tenían. Quien salió a su encuentro entonces fue el rey de Sodoma. Esto sucedió en el valle del Rey (cp. 2 Sa. 18:18).
Génesis 14:18-20 explicación y comentario
Pero no solamente apareció el rey de Sodoma, sino que también salió a su encuentro Melquisedec, quien es descrito en el versículo 18 como sacerdote del Dios altísimo y quien le ofreció pan y vino (Sal. 110:4; 76:2; Heb. 5:6, 10). Una figura muy representativa en algunos Salmos, y además central en el libro de Hebreos para hablarnos del oficio sacerdotal de Cristo. Por momento, solamente nos cabe prestar atención que este pasaje presenta a Melquisedec como príncipe o rey de paz, al igual que como un sacerdote.
Consiguientemente, nos encontramos con una bendición de parte de Melquisedec, lo que, antes de adentrarnos en su contenido, representa el hecho de que Melquisedec era superior a Abram. Cosa no pequeña, ya que Abram en esta escena es representado como un patriarca superior, incluso que el mismo Quedorloamer, de forma que el hecho de que este rey y sacerdote bendiga a Abram es algo que llama muchísimo la atención, no deja de envolver el misterio en la revelación de las Escrituras. Lo impresionante es que no se habla más de este sacerdote/rey hasta el libro de los Salmos y posteriormente en el libro de Hebreos, de forma que el misterio es revelado.
Bajo una invocación del Dios creador del cielo y de la tierra, a diferencia de la NVI, el texto Hebreo enfatiza la bendición de Dios y de esto hacen las traducciones más literales como la LBLA y la Reina Valera. La expresión Dios altísimo expresa la majestad de Dios y su transcendencia (Miq. 6:6; Hch. 16:7). El hecho de quien lo haga sea el rey de Salem (donde posteriormente estaría Jerusalén) indica una prematura administración de la bendición de Dios en relación con la tierra prometida.
Al mismo tiempo bendijo al Dios altísimo, es decir, lo alabo por haber dado la victoria a Abram de sus enemigos. Esto tiene una relación estrecha con las bendiciones y las promesas de Abram para con los otros pueblos, los cuales eran ciertamente muchos.
Un último aspecto es la del diezmo en este texto, Abram honro a Melquisedec al darle el diezmo del botín de guerra, fue esta una ocasión especial, ya que no vemos que esto sea dado en algún momento específico. Pero lo que sí vemos es que esto hacía que Abram reconociera a Melquisedec como su autoridad e incluso como su sacerdote (cp. Gn. 28:22; Lev. 27:30-32; 2 Cr. 31:6; Mal. 3:8, 10). Sobre todo, es necesario considerar que el mismo autor de Hebreos toma este dato para hablar de la grandeza de Melquisedec (Heb. 7:4), y extiende el argumento incluso a los Levitas, la genealogía de los hebreos y la superioridad de que el mayor bendice al menor (vv. 5-10). En cierto sentido, no solamente con esto verifica que el sacerdocio y la persona de Melquisedec era superior a Abram, sino también al sacerdocio de Aron y Levi.
Versículos 21 al 24
Finalmente, nos encontramos ahora con el rey de Sodoma, quien sabiendo la ley de aquel entonces y sabiéndose indefenso de solicitar de alguna otra forma, recurre a hacer negocios con Abram para recuperar aquello que había perdida justamente en los términos de la guerra. Por ello pidió que se les devolviera a las personas y que Abram se quedaran con los bienes, esto era justo, ya que era su botín de guerra, pero aun así Abram pudo haber reclamado todo: tanto personas como bienes. Era su victoria, por tanto, su botín.
La declaración de Abram es loable, ya que indica que él ha jurado al Señor (no sabemos de qué modo o con que finalidad) que no se quedaría con absolutamente nada del botín, para que el rey de Sodoma no afirmara “yo enriquecí a Abram”, en cierto sentido Abram se negaba a adquirir la prosperidad, la bendición y las naciones por sus propios medios, todo este escenario puso en relieve el hecho de que estas cosas no las pretendía adquirir por medios humanos, sino que esperaba atentamente que Dios cumpliera su promesa y que llevara a cabo su bendición conforme a sus propios términos. Lo impresionante de esto es que vemos que, en relación con la descendencia, efectivamente Abram claudico. No obstante, su falla posterior no descalifica la actitud tan positiva que tuvo en este evento.
El versículo 24 indica que Abram tomaría solamente aquello que era necesario para sus siervos y trabajadores, aquellos que justamente se jugaron la vida para recuperar los bienes y las personas de Sodoma. En toda guerra el rey tenía que dar bienes a sus guerreros, repartir el botín con ellos, lógicamente quien se llevaba gran parte de las pertenencias era el rey, pero este no fue el caso Abram se negó a adquirir alguna cosa y solamente repartió lo que era justo para sus guerreros. Aún más, el rey de Sodoma debía aceptar esta concesión a causa del servicio brindado y recuperar a sus ciudadanos y bienes. Sin embargo, esto no incluía a los siervos de Abram, solamente los de sus compañeros (v. 24b).