Lucas 14:26 R60:
«Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo»
Explicación de Lucas 14:26 | ¿Qué significa aborrecer a padre y madre?
Aborrecer a padre y madre no significa que debemos odiarlos en el sentido propio del texto. El Señor nos está mandando a deshonrar a nuestros padres, lo cual es contrario al sexto mandamiento: «honrarás a tu padre y a madre» (Éxodo 20:12).
Mucho menos es una mandato a maltratar u odiar a nuestros hijos, cuando en otras partes de las Escrituras se nos exhortar a criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4); y jamás es una motivación para atentar contra nuestra vida, lo cual sería contrario al mandamiento de no matarás (Éxodo 20:13).
Aquí tenemos una hipérbole, una exageración del lenguaje para dar un tono dramático y enfático en un aspecto particular. Pero, ¿qué es lo que el Señor quiere enfatizar con este uso del lenguaje? El Señor Jesucristo realmente quiere enfatizar el amor que debemos tener hacia Él. El valor del Señor Jesús es increíblemente superior a cualquier cosa que amamos, es incluso superior al valor de nuestra propia vida.
Aborrecer aquí significa amar menos. De hecho, su pasaje paralelo en Mateo 10:37 expresa la misma idea, pero de manera positiva:
«El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí».
Ahora, el amor que tenemos hacia Jesús debe ser tan superior a cualquier cosa que amamos que debemos estar dispuestos a renunciar/aborrecer a cualquier cosa con tal de conseguirlo y hallarlo a Él.
En el versículo 33, el explica con más detalle a qué se refiere cuando dice «aborrecer»:
«Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:33).
Por eso, aborrecer aquí no significa odiar, sino renunciar a cualquier cosa o persona por amor a Jesús; porque el amor que tenemos por él es superior. Seguir a Jesús significa evaluar el coste que tenemos que pagar para seguirle, una coste que muchas veces implica renunciar al aprecio y a la paz con los seres que más amamos: padre, madre, hijo, esposa; e incluso, nuestra propia vida. Ningún ser humano, ningún objeto, ni nada en este mundo se compara al valor del Señor Jesús. Y por eso, debemos renunciar a lo que sea necesario para seguirle.
«Por tanto, es claro que el sentido de odiar en el pasaje de Lucas es amar menos. En todas las cosas Cristo siempre debe tener la preeminencia (Col. 1:18). Lo que el Salvador demanda en Lc. 14:26 y otros pasajes es la devoción completa, el tipo de lealtad que es tan verdadera e irreductible que cualquier otro afecto, aun el afecto hacia la vida misma de uno, debe estar sujeto a ella» (William Hendricksen, Comentario Al Nuevo Testamento, El Evangelio Según Lucas, capítulo 14).
Reflexión de Lucas 14:26 | el costo del discipulado
El verdadero discipulado pone a Jesús por encima de cualquier cosa o persona. Debemos estar dispuestos a renunciar a cualquier cosa por amor a Jesús. Seguirle y amarle a Él debe ser lo más importante en nuestro corazón.
Ninguna persona o cosa, ni siquiera nuestra propia vida, pueden tomar el lugar que el Señor Jesucristo debe tener en nuestro corazón.
En Filipenses 3:5-8, Pablo afirma haber dejado todo lo que amaba y valoraba para conocer a Jesús y encontrar la verdadera justicia en Él.
El verdadero discípulo de Cristo renuncia (aborrece) a todo lo que más ama y aprecia en este mundo para conocer y seguir a Jesús.