Explicación y mensaje de Habacuc 2:2

Explicación y mensaje de Habacuc 2:2

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Habacuc 2:2 es el comienzo de la profecía de juicio contra Babilonia. Es una pasaje tiene mucho qué enseñarnos, especialmente con respecto la inspiración de la Biblia. 

Vs. 2

“Y Jehová me respondió, y dijo: «Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el leyera en ella»”. 

A partir de aquí comienza la respuesta del Señor a la segunda queja del profeta. La respuesta de Dios vino a Habacuc a través de una visión, que era la manera común en que Dios revelaba su palabra a los profetas del Antiguo Testamento (Isa. 1:1; Ez. 12:27; Heb. 1:1).

El Señor manda al profeta a registrar las visiones que ha recibido en el Señor, como una manera en que otras personas pudieran tener acceso a esta visión y estar conscientes al juicio de Dios que estaba por venir.

Esta no es la primera vez que Dios manda a un profeta fue el primer profeta al que Dios le mandó esto. Moisés también escribió la ley en tablas de piedra (Éxo. 17:14; Dt. 4:13-14; Isa. 8:1; 30:8; Jer. 36:2, 28).

Esto nos demuestra cómo funcionó el proceso de creación del canon bíblico. Muchos libros de la Biblia son el resultado del mandato explícito de Dios a registrar sus palabras.

El propósito de escribir las palabras en una tabla de piedra, rollo o pergamino es que quedara un registro de las palabras y de la obra de Dios para que las siguientes generaciones pudiesen hacer memoria de ellas: conociendo lo que Dios ha hecho, lo que Dios ha mandado y lo que está por hacer.

A partir de aquí la iglesia entendió la necesidad de registrar las palabras de Dios para utilizarlas como fuentes infalibles de la verdad divina.

Con este mismo entendimiento, Pablo comprendió que las cartas que enviaba a una iglesia también servían para edificar otras congregaciones. E incluso, a muchas otras iglesias en el futuro. Por eso en Colosenses 4:16 el apóstol exhorta a la iglesia a leer la carta que mandó a la iglesia de la Laodicea, y viceversa.

Y es por esta misma razón es que las cartas apostólicas fueron preservadas y duplicadas por las congregaciones durante los primeros siglos, ya que servían como una fuente de verdad divina que el Señor había revelado por medio de los apóstoles; y que los pastores seguían utilizando como base para enseñar e instruir a las congregaciones y a los nuevos convertidos.

Y es que, en efecto, el proceso del canon bíblico se hizo de esa manera. Se evaluaron las cartas y los libros del Nuevo Testamento que la iglesia durante varios siglos había preservado de los apóstoles y considerado como fuente de verdad y de instrucción para la iglesia.

Esta misma intención no solo la vemos en el apóstol Pablo, sino también en Lucas y en los que escribieron los evangelios. Él mismo dice que muchos intentaron registrar lo que el Señor Jesucristo había hecho desde su encarnación y especialmente durante su ministerio (Lc. 1:1-4). Y eso fue precisamente lo que dio lugar al canon bíblico.

De aquí podemos entender que el canon bíblico que tenemos ahora no es resultado de un trabajo humano, en el sentido de que no es el hombre el que tiene autoridad para decidir qué es palabra de Dios y qué no. Y mucho menos lo que creen algunos (católicos romanos) que fue la iglesia la que escribió la Biblia y por tanto, tiene autoridad sobre ella.

No. Entendemos que Dios es el autor de las Escrituras. A veces habló explícitamente a los profetas para que escribieran las visiones, como aquí en el caso de Habacuc. Y otras veces movió sus corazones y sus mentes a escribir y a registrar la palabra de Dios. Eso es lo que conocemos como el proceso de inspiración bíblica. Dios es el autor que movió a los autores bíblicos a hablar de esta manera.

De hecho, así lo dice 2 Timoteo 3:16-17

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

Por lo cual, el texto nos muestra la importancia de tener la palabra de Dios escrita: es la manera en la que Dios se revela hoy a su iglesia. Él es el autor de las Escrituras.

Y aun los juicios que Dios llevó a cabo en el pasado, como el de Sodoma y Gomorra, o la destrucción de Canaán, tienen instrucciones valiosas para nosotros.

Por eso el Señor mandó a Habacuc a registrar la visión del juicio que vendría sobre Babilonia. El juicio de Dios a esa nación tiene mucho para enseñarnos.

Y en efecto, el propósito de escribir es: “para que corra el que leyere en ella”.

Como lo muestra el versículo 3, el tiempo de juicio aún no había llegado. Aún faltaba un tiempo para que se cumpliera.

Por lo que las tablas de esta profecía servían como una advertencia a la nación para que se arrepintieran porque el juicio del Señor vendría sin duda alguna.

“Correr” es un resultado del miedo que produciría el escuchar esta profecía. La liberación del exilio en Babilonia llegaría a su debido tiempo. Pero el juicio sería terrible, por lo que es llamado tanto a judíos como a gentiles a arrepentirse de sus pecados. En efecto, la profecía de la destrucción de Babilonia es un anticipo al juicio que vendrá a todas las naciones, a este sistema y mundo que se opone a Dios.

De hecho, es interesante comparar el juicio de Babilonia aquí descrito con el juicio de la Gran Babilonia en el capítulo 17 y 18 de Apocalipsis. El juicio de Dios que está por venir será terrible, y los juicios que Dios ejecutó en el pasado son una advertencia para nosotros y para todo el mundo para que nos volvamos a Dios con fe sincera y con un arrepentimiento genuino de todos nuestros pecados.

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