Génesis 27 explicación

Genesis 27 el engaño de Jacob

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Genesis 27 es un capítulo rico en intriga y consecuencias familiares, marcando un momento crucial en la narrativa bíblica del patriarca Isaac y sus hijos, Jacob y Esaú. Este capítulo relata el engaño de Isaac por parte de Jacob, quien, con la ayuda de su madre Rebeca, se hace pasar por su hermano Esaú para obtener la bendición destinada al primogénito. A través de esta narrativa, el capítulo explora temas de engaño, ambición y las complicadas dinámicas familiares que influyen en el destino de sus personajes. En este análisis, profundizaremos en las motivaciones de los personajes, las implicaciones teológicas de sus acciones y cómo este episodio influye en el desarrollo del pueblo de Israel según la tradición bíblica.

Contexto

En el pasaje anterior (vease la explicación de Genesis 26), vimos que el concepto de la bendición está muy presente, y sus antecedentes anteriores también lo vemos (vv. 1-5), en este sentido la idea de la bendición conecta los dos eventos. Vemos que la bendición de Dios fue importante para la vida de Isaac, fue lo que llevo a prosperar y tener un estatus en medio de los filisteos. Implícitamente, al contar con la bendición de Dios, Isaac es protegido, salvado, guiado y prosperado de muchas formas.

Ahora que la vida de Isaac ha de llegar a su fin, los hijos se debaten por estas bendiciones. La lucha por el poder llega a un punto que se entreteje entre engaños, partidismos, dolor, odio y pecado. Más adelante, nos damos cuenta que esta bendición fue dada a Jacob no por la adquisición de la herencia física de Isaac, sino más bien a través de las bendiciones del pacto, lo que en última instancia marca un distintivo.

El termino bendición aparece en este texto unas 10 veces. Después que Isaac da su bendición sobre Jacob se confirma cuando este más adelante lo despide con su bendición para buscar esposa entre sus familiares, luego Esau busca más mujeres con su tío Ismael lo que demuestra su relación con la simiente del maligno.

Genesis 26:34-35 explicación contextual

En esta sección se nos describe la relación de Esaú con dos hititas, sus esposas. Los hititas, estos eran hijos de Het antepasado de Canaán. Por tanto, parte de la descendencia o asociado a la simiente de la serpiente. Ellos “Tenían muchos dioses, a quienes ofrecían alimentos, bebidas, animales y hombres en sacrificio, y eran muy dados a la magia y la adivinación.” Eran personas paganas. La identificación de una relación en torno a una cultura fuera de Canaán es reconocida por Isaac al igual que por Abraham (cp. v. 35; 36:2; 24:3; 27:46; 34:16). El hecho de que estas mujeres hayan amargado la vida de Isaac y Rebeca deja en claro la incompatibilidad de los hijos del pacto con los hijos de Canaán, pero, al mismo tiempo, muestra la compatibilidad de Esaú con estas mujeres y aquellas naciones.

Este emparentamiento hace peligrar la identidad propia de la descendencia patriarcal por el peligro de asimilación con la población local. Además, aun en caso de que no se concrete ninguna asimilación, sería difícil la tarea de destrucción de un pueblo por otro dado el emparentamiento. Obviamente el casamiento no fue del agrado de Isaac y Rebeca por dos razones: Una, al mencionarse la edad de Esaú se indica que éste actúa por su propia cuenta sin el consentimiento ni arreglo propio de sus padres. Por la experiencia anterior de Isaac en obtener esposa (cap. 24) y por su consejo posterior a Jacob (28:1, 2), ambos casamientos de Esaú estaban en contra de la voluntad y propósito patriarcales. Además, se hace patente que las relaciones con las nueras eran muy tensas y conflictivas (27:46). Las diferencias culturales y religiosas hacen imposible un matrimonio estable y de propósito común si ambas partes se determinan a mantener su propia identidad y lealtad cultural y religiosa. Y esta es la situación de Esaú y sus esposas hititas. Se presentan otros casos de matrimonios “mixtos”, pero donde la “extranjera” adopta por completo la lealtad religiosa y cultural del hebreo (Judá con Tamar, José con Asenat). Sin embargo, estos casamientos mixtos son por circunstancias especiales y permanecen como las excepciones a la norma patriarcal.

Versículos 1 al 4

La historia comienza diciéndonos que Isaac estaba muy viejo, si hacemos un cálculo por las edades que encontramos en este y otros textos, podríamos decir que Isaac tenía alrededor de 100 años, puesto que el tuvo hijos a los 60 y Esaú se caso a los cuarenta, si colocamos esto en relación entonces podemos afirmar que Isaac tenia más de 100 años en este mismo momento. Además, no solamente eso, sino que a causa de su vejez se había quedado ciego. Así pues, Isaac consciente de su mortalidad y de su inminente muerte.

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En vista de su muerte le dice a Esau que cace para él, una forma de comer y deleitarse en la comida que proviene de su hijo y además así el pueda bendecirlo antes de morir. En este aso parece haber una condición para esto, puesto que Isaac dice que así lo bendeciría (vv. 7, 23, 25, 27; 28:3).

La bendición era el instrumento por el cual se transmitía de una generación a otras tres cosas: el liderazgo de la familia o clan, la herencia o patrimonio material y el patrimonio cultural y espiritual. En la familia patriarcal la bendición incluía la transmisión de las promesas de Dios de tierra, nación y propósito misionero universal.

Versículos 5 al 17

En esta sección notamos que quien orquesta el asunto es Rebeca, la esposa de Isaac. Allí muestra que ella era consciente de la conversación que solamente ocurrió entre Isaac y Esaú, esto lo comunicaba a Jacob para hacer algo al respecto.

Cuando Rebeca habla de la bendición dice que lo haría “poniendo al Señor como testigo”, o “delante de la presencia del Señor…”, esto demostraba que la bendición patriarcal era hecha como representante de Dios en medio de la familia y que tenia implicaciones reales y espirituales para quienes las recibían (cp. Dt. 33:1; Jos. 6:26; 1 Sa. 24:19).

Los actos de previsión de Isaac, el plan magistral de Rebeca, la colaboración y ejecución perfecta de Jacob y la reacción lastimera de Esaú parecen indicar que para este acto tan solemne y significativo nunca hubo un acuerdo total entre las partes. Y se apela a toda la astucia y los recursos humanos para la obtención del fin deseado.

Por ende, Rebeca le dice a Jacob que traiga corderos de lo mejor de los animales que tenían y que así Jacob recibiría la bendición que Isaac pretendía darle a Esaú.

Te bendiga alude a la transmisión de la propiedad familiar, las aspiraciones y las promesas espirituales, del padre al hijo mayor. Tomando como modelo las relaciones de Dios con su pueblo (véase la nota a 12.1-9), el concepto patriarcal de la bendición se convierte más tarde en el momento culminante en la transmisión del legado emocional y espiritual de una generación a otra. Como tal, Dios formalizó sus principios fundamentales en la famosa bendición de Aarón (véase Num_6:24-26).

Versículos 18 al 26

Ante esto Jacob entiende que hay fallos en el plan, su padre podía, fácilmente, identificar a su hijo tocándolo o escuchándolo. En este caso, solamente tocándolo, puesto que un distintivo claro de Esaú es que era muy velludo. Lo que está en juego es la maldición y la bendición en el punto de ser descubierto.

Rebeca admite que si es así que esa maldición caiga sobre ella (hay un profundo amor de Rebeca por Jacob), pero, Rebeca, sin explicar lo que habría de hacer le reitera que haga lo que le acaba de decir. Jacob obedece sin chistar, a pesar de que no conoce la totalidad del plan y, así, Rebeca hizo el guiso con los animales.

Lo que hizo Rebeca fue disfrazar a Jacob, por un lado, saco la mejor ropa de Esaú, para que oliera como él y también le puso la piel de los animales para que el pelaje de los corderos se confundiera con el pelaje de Esaú. De este modo, tenían preparado todo el teatro para engañar a Isaac. Así, estando Jacob disfrazado de Esaú, Rebeca le dio el pan y el guiso para llevárselo a Isaac.

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Todo ocurrió como esperaba Rebeca, pese a que Isaac tiene sus dudas sobre la identidad de su hijo, puesto que reconoce la voz de Jacob, no obstante, identifica el olor y el tacto de su hijo Esaú. Por tanto, Isaac es convencido de que ciertamente este es su hijo mayor. Tenido esto, Isaac le dice que lo bese y que le dé de comer.

Versículos 27 al 29

Cuando Isaac olio su ropa, al parecer para confirmar una última vez la identidad de su hijo, y para inspirarse en la bendición. Así Isaac bendijo a su hijo.

En esta ocasión, empieza afirmando que el olor de su hijo es semejante al del campo que Dios bendice. En efecto el olor de las ropas de Esaú era del campo, puesto que era un cazador nato y se mantenía en constante actividad en el campo. El olor se impregnaba en las vestiduras de los hombres en torno a sus quehaceres, puesto que no se contaba con métodos como los nuestros para desligar olores y otras cosas.

La bendición contenida invoca la bendición de Dios sobre su hijo para que disfrute de la abundancia del campo. Esto debe entender en el contexto inmediato por la bendición experimentada por Isaac en el capitulo 26, pero también como contraste ante la maldición de la tierra contenida en el capitulo 3.  Esto evoca la idea de riquezas y bienestar para la vida de su hijo, lo cual se hace realidad posteriormente en la vida de Jacob pese a que sufrió mucho en diferentes tipos de circunstancias (v. 39; 45:18; 49:20).

La segunda bendición implicaba la bendición del señorío sobre la tierra, el gobierno de Jacob y su descendencia sobre aquellas tierras. Implica la bendición del pacto en el que se promete que la descendencia de Abraham tendría señorío y gobierno sobre aquellos lugares. Repetidas veces el versículo 27 habla de la inclinación de sus hermanos, de los pueblos y las naciones, esto puede significar adoración (lo que claramente apunta a Cristo y su gobierno sobre la tierra), pero también implica servicio y esclavitud de parte de otros pueblos para con el pueblo de Israel (cp. 27:37; 25:22-23, 33; 9:25-26; 22:17-18; 49:8-10).

El requisito del potaje favorito estaba cumplido; la identificación del hijo estaba hecha. Ya nada podía impedir que el padre otorgara su bendición. La bendición contiene una promesa divina de prosperidad material, preeminencia política en el concierto de naciones, liderazgo del clan y continuidad con la bendición a Abraham. Una vez pronunciada la bendición e identificado el recipiente, ésta se vuelve irrevocable e intransferible. La conexión del pasado con el futuro estaba hecha.

Finalmente, hay una replica de bendiciones o maldiciones en torno al trato que tengan los hombres con Jacob y por consecuencia con sus descendientes. Esto muestra que Dios estaría con el y en su favor, aquellos que trataran con Jacob, por implicancia, tratarían con Dios directamente o se la verían con Él (cp. Gn. 12:3; Nm. 22:11-12; 23:8; 24:9 cp. Mt. 25:40, 45).

La bendición contiene tres elementos importantes: el deseo de prosperidad material (v. 28), de supremacía política (v. 29) y una maldición contra todos los enemigos (v. 29).

Versículos 30 al 33

El drama aumenta en estos próximos versículos, particularmente por causa de la parte engañada y afectada. Nos dice el texto que, en ese mismo momento, suponemos que un lugar distinto del campamento, llega Esaú con su cordero y empieza a preparar todo. Luego, cuando sale Jacob entra Esaú y le dice a Isaac que lo bendiga, que allí estaba la comida que solicitó. Cuando Esaú entra le dice a su padre que se levante, coma lo que ha preparado su hijo para que luego lo bendiga.

El texto nos dice que Isaac empezó a temblar de manera incontrolable (NTV), o muy sobresaltado (NVI), lo cual significaba que tuvo una conmoción emocional al darse cuenta de lo que había pasado ¡Habían engañado a Isaac! Isaac afirma que ya el suceso había ocurrido, alguien vino con comida, y el comió todo. Esta misma persona (Jacob), había sido bendecida por Isaac y, en efecto, quedaría bendecida, es decir no había vuelta a atrás con el suceso. Esto ultimo demostraba lo invariable que era la bendición dada por un patriarca y el hecho de que esta bendición iba más allá de si mismo, estas palabras no podían cambiarse una vez dichas, indistintamente si el patriarca se arrepentía de ellas.

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En este punto debe venir a nuestra mente lo dicho a Rebeca en cuanto al embarazo, la bendición de Isaac incluía el señorío de la persona bendita sobre sus hermanos ¿Cómo podría el pronunciar esta bendición sobre Jacob cuando Dios había declarado algo completamente distinto? Si bien los agentes humanos son pecadores y egoístas, si bien hay engaños y malicia, el propósito de Dios se cumple indefectiblemente a pesar de todo lo que ellos procuren hacer.

Isaac y Esaú se dieron cuenta inmediatamente de lo que Jacob había hecho. Las palabras de bendición habían sido ya pronunciadas; no podían ser retiradas o dirigidas a otro. Los antiguos conocían mejor que nuestros contemporáneos el poder de la palabra hablada. Una bendición, una maldición, una palabra de estímulo, una palabra destructiva, pueden tener un gran efecto si se pronuncian con fe. Heb 12:16-17 achaca la responsabilidad de lo sucedido a la debilidad de Esaú…, y Rom 9:6-13 la atribuye a la providencia de Dios.

Versículos 34 al 38

Esta dramática acción emocional también fue replicada en su hermano Esaú, el cual, luego de escuchar lo dicho por padre, lanza un grito aterrador (NVI), o un grito fuerte (NTV), con una exclamación muy grande y amarga (RV65), a llorar amargamente (DHH), etc. Las traducciones difieren en algunos aspectos, pero concuerdan que Esaú lanzo un grito fuerte y lleno de dolor, sea de lamento, ira o llanto (tal vez los tres a la vez), el dolor en el alma de Esaú se había hecho oír. Este aspecto no parece tener sentido puesto que la Escritura nos dice que Esaú rechazo su primogenitura ¿Qué tanto le interesaba la bendición? Lo que nos dice la misma Biblia es que el quiso recuperarla y la procuro con lágrimas, aunque realmente no pudo (cp. Heb. 11:20; 12:17).

Esaú pide que Isaac lo bendiga también a él, Isaac explica que su hermano Jacob lo engaño y así él le dio la bendición que a le correspondía a Esaú, pero realmente no lo correspondía a Esaú, por la elección de Dios le correspondía a Jacob.

De allí se explica que por esta razón se le llamo Jacob, que también puede significar, y lo que significa en este contexto es: el que suplanta, o el que toma el lugar del otro. En la primera ocasión dice que lo engaña, pero realmente nunca lo engaño, de esta manera Esaú se exime de culpa cuando realmente demuestra un profundo desprecio por su herencia. En esta ocasión no lo engaña a él sino a su padre, quitándole la herencia que, si bien no merece por decreto humano, si le pertenece por decreto divino.

Esaú pregunta si no hay otra bendición, Isaac no responde directamente, sino que más bien confirma la bendición dada a Jacob: él ya ha sido puesto como señor de Esaú, todos sus hermanos serán sus siervos, le ha garantizado abundancia de vino y de trigo (la NTV me parece que tiene mejor traducción en este punto). La pregunta que hace Isaac ¿Qué puedo hacer por ti? Es una manera de decir ¿Qué puedo darte que ya le he dado a Jacob? ¿Qué otra cosa podría otorgarte como bendición?

Pero Esaú insistió, pero en esta ocasión con lágrimas.

Versículos 39 al 40

Lo que nos dice este ultimo pasaje es el destino futuro de Esaú, el vivirá lejos de la riqueza de la tierra, lejos del roció del campo. Es a causa de su espada que vivirá y este le servirá a su hermano, pero en un momento se librará de su opresión (cp. 1 Re. 11:14-25). Esta ultima declaración parece ser una profecía concerniente a la liberación del yugo hebreo en cuanto a los edomitas en tiempos futuros.

 

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