La narrativa bíblica de Génesis nos presenta no solo la creación del mundo, sino también el propósito del hombre dentro de este. En los versículos 15 al 17 del capítulo 2, se nos revela la responsabilidad otorgada al hombre en el huerto del Edén y la prueba de fidelidad que enfrentaría. Este artículo desglosa estos versículos para ofrecer una comprensión más profunda de su significado.

Génesis 2:15: El Cultivo y Cuidado del Jardín

El versículo 15 nos muestra a Dios colocando al hombre en el Edén con dos objetivos claros: cultivar el jardín y cuidarlo. Este acto no solo subraya la relación de trabajo y responsabilidad del hombre con la creación, sino que también refleja la confianza divina en la capacidad humana para mantener y preservar la belleza y la armonía del paraíso terrenal.

Génesis 2:16-17: El Pacto de Obras y la Prueba de Obediencia

En los versículos 16 y 17, se introduce un elemento crucial: el pacto de obras. Dios establece una condición simple, pero profunda: el hombre puede disfrutar de todo en el Edén, excepto del fruto de un árbol específico. Este mandato representa una prueba de integridad y obediencia, donde Adán debe demostrar su capacidad para vivir en armonía con la creación y con su Creador, respetando los límites establecidos.

Conclusión: Obediencia y Consecuencias en el Edén

La instrucción divina era clara: no comer del árbol prohibido, y la consecuencia de la desobediencia sería la muerte. Este principio de obediencia vinculada a la vida y desobediencia al pecado y la muerte (comparar con Romanos 3:9-20) establece un fundamento ético que perdura a lo largo de las Escrituras. Génesis 2:15-17 nos invita a reflexionar sobre la importancia de la obediencia a Dios como fuente de vida y la desobediencia como camino hacia la separación y la perdición.