Génesis 21 explicación y comentario

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Génesis 21 narra momentos cruciales como el nacimiento de Isaac, cumpliendo la promesa de Dios a Abraham y Sarah, y el complejo destino de Agar e Ismael. Este capítulo no solo resalta la fe y la paciencia de los protagonistas, sino que también introduce temas profundos de supervivencia y promesas divinas. En este artículo, exploraremos la importancia y el impacto de estos eventos en la teología bíblica.

Versículos 1 al 7

Este pasaje ya lo habíamos visto antes, ya que a través de la promesa particular hecha a Abrahán, Dios mismo indicó que habría de darle un hijo a Abrahán por medio de Sara en un periodo de un año. Por lo que es natural pensar que los eventos ocurridos en el capítulo anterior hayan pasado entre aquella revelación especial de Dios y lo que había pasado con Abimelec.

El versículo enfatiza que, el nacimiento de Isaac, ocurrió tal cual como el Señor había declarado, él se “ocupó” de Sara y cumplió la promesa que le había hecho, esto es, que Dios obró en su vida para hacer lo imposible posible, para quitar su esterilidad y dar vida donde no era posible darla. El término usado aquí significa “visitar” es decir, Dios vino sobre Sara para hacer posible una concepción y nacimiento imposible (esto apunta al nacimiento de Cristo, el hijo de la promesa).

El versículo 2 es una declaración que acompaña o explica la declaración del versículo 1, es decir “visitar” y “cumplir” es equivalente al embarazo de Sara y el nacimiento de Isaac, pero esto es que había dado un hijo a Abrahán (a quien se le hizo la promesa, quien es el objeto mismo de la promesa, el pacto y la revelación) y todo ocurrió en el tiempo que Dios había dicho (se repite). A mi forma de ver este énfasis en el hecho y en el tiempo habla acerca de que Dios cumple sus promesas, aunque Abraham peco, aunque Abraham no, y aunque todo fuera en contra de la promesa, la promesa se cumplió.

El nombre de Isaac es representativo de toda la historia, y hace referencia a varias ocasiones donde la risa ante la promesa de Dios fue motivada por la incredulidad, la incredulidad de dar un hijo en la vejez, la incredulidad de dar un hijo luego de clara esterilidad, dar un hijo contra toda lógica o circunstancia a favor (Heb. 11:11, 18).

Isaac es representativo entonces como la descendencia por la cual proviene el pueblo de Dios (Ro. 9:7; Jos. 24:3; Gen. 17:19), es el hijo de la promesa, es aquel que nace de forma sobrenatural, la descendencia de Abraham que apunta a Cristo y quien es instrumento de Dios para continuar su plan. A este lo circuncidó al octavo día, como bien se le había ordenado a Abrahán en el pacto en Génesis 17:1-8, lo cual representa una relación de pacto no solamente intrafamiliar, sino también como una indicación de que le pertenece a Dios.

Ahora bien, la forma como este evento ocurre, o al menos la respuesta de Sara es representativa, automáticamente debemos volver a la conversación de Sara con Dios en la cual ella negaba haberse reído, en esta ocasión no tiene razones para esconder su risa, más bien ella proclama la maravilla de parte de Dios para con ella.

El evento ocurre cuando Abrahán tenía 100 años, a lo que Pablo se refiere a este aspecto de lo ocurrido como si Abrahán estuviera «medio muerto» (Ro. 4:19), creyendo así esperanza contra esperanza, lo cual es un factor también que se debe tener aquí dentro de los planes de Dios.

El evento se narra para exaltar la fidelidad de Dios, para hacernos reconocer que Dios obra y cumple con sus promesas, es el clímax de toda la lucha, las pruebas y las incredulidades de Abrahán y Sara, ella cargaba en sus manos el milagro y la promesa de Dios hecha palpable, y, no solamente una consideración de madre, de este hijo vendría la salvación (cp. Ver Genesis 18:12; Sal. 126:2). En todo este pasaje no podemos olvidar la presencia del gozo y la felicidad que se encuentra no solamente en el evento, sino también en el nombre de Isaac, quien había hecho reír a su madre, pero realmente no fue Isaac, sino que fue Dios quien la echó reír y ha llenado su corazón de gozo, hasta el momento hemos visto el pecado de Sara, su miedo, su incredulidad, pero ahora vemos su gozo y sus Palabras que exaltan a Dios. La imagen de la esterilidad es quitada, la desolación desaparece (cp. Is 49:21)

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En el AT la esterilidad es una imagen sobre la falta de vida, representa la ausencia de la bendición de Dios para procrear, esto se extiende no solamente en el sentido humano sino también hacia la tierra en su condición de pecado. De modo que la fertilidad es una imagen de la bendición de Dios en la familia y las tierras, como la esterilidad es una imagen del juicio y la maldición de Dios sobre la familia y las tierras. Esto lo vemos con claridad en el pasaje anterior (en comparativa con Génesis 12:10-20), donde la esterilidad es vista como un acto en el que Dios juzga.

Temper Longman III comenta en cuanto al tema de la esterilidad:

La imagen de la esposa estéril es una de las más elocuentes de desolación y rechazo en la Biblia. La encontramos por primera vez en *Génesis, donde los ejemplos incluyen a Sara (11.30), Rebeca (25.21) y Raquel (29.31). El caso clásico de esterilidad es el de Ana (1 S 1). Un ejemplo del NT es Elisabet. En la literatura de sabiduría, una de las cosas que nunca queda satisfecha es «la matriz estéril» (Pr 30.16 RVR1960).

Por el contrario, pocas imágenes de gozo pueden igualar a la de la mujer estéril que se queda embarazada. Para el salmista, una bendición suprema de Dios tiene lugar cuando «él hace habitar en familia a la estéril, que se goza en ser madre de hijos. Aleluya» (Sal 113.9). En el oráculo de *redención de Isaías, se insta a la mujer estéril a «levantar canción y dar voces de júbilo» ante la perspectiva de tener hijos (54.1). Tanto Ana como Elisabet son ejemplos de mujeres estériles creadas para regocijarse cuando tienen finalmente un hijo.

La infidelidad del pueblo de Dios se personifica con imágenes de *Sion como una mujer estéril que *prostituye su sexualidad, arruinando así su fertilidad (Jer 3.1-3; Ez 23; Os 9.11, 12).

Jesucristo es la consumación del plan de Dios para resucitar a la humanidad de la falta de vida en el pecado. Su linaje se traza a través de nacimientos inesperados a mujeres estériles, comenzando con Sara; pasando por una mujer disipada, Rahab; siguiendo por la relación adúltera de *Betsabé y *David; y finalmente con la esterilidad inocente de su madre *virgen, María (Mt 1.1-16). A lo largo de la historia redentora, Dios transforma la esterilidad y la fertilidad frustrada en el fruto de la vida eterna.

El comentario del mundo hispano dice al respecto:

Se celebra el destete del bebé, que normalmente ocurría entre los dos y tres años de vida, indicando el paso a la niñez y una esperanza mayor de sobrevivencia dado el alto incidente de mortalidad infantil en esa época. Por lo general, el destete indicaba también la habilitación de una madre para otro embarazo (Os. 1:8).

Versículos  8 al 13

El destete se hacía alrededor de los 2 a 3 años de edad, por lo que el evento que ocurre en el versículo 8 ocurre unos 2 o 3 años después del versículo 7, lo cual representaba, como hemos visto, la salud del hijo e incluso la esperanza de tener más hijos. Este evento siempre era motivo de festejo, puesto que los padres se regocijaban por la salud de su hijo y por la nueva etapa en la cual entraba su hijo.

“Isaac, vestido en ropa simbólica, señal de primogenitura—fué recibido como heredero de la tribu.”

Rosenmuller

Pero luego ocurre algo que sería desfavorable, su hermano, Ismael, se burlaba de Isaac. La burla en este sentido es representativo de Ismael como descendencia de la serpiente que se encuentra en enemistad del hijo de la promesa, de esta manera, el pueblo pagano constantemente se burla de los hijos de Dios (1 Sam. 17:8-10, 44), en este texto Ismael es llamado “hijo de la esclava Agar” e Isaac es llamado “el hijo de Abraham” aunque ciertamente los dos son considerados hijos, su condición era diferente: uno era resultado de la obra de Dios y el cumplimiento de la promesa, el otro era resultado de las decisiones humanas y estaba en condición de esclavo (cp. Gal. 4:22, 29).

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La voz de Sara retumba en el versículo 10 con el celo de una leona por su cachorro “¡Echa de aquí a esa esclava y a su hijo!”, evidentemente las razones eran lógicas, Ismael, quien sería en ese momento un adolescente se burlaba de su propio hermano quien para ese instante de seguro había recibido las ropas propias de la primogenitura, por lo que su envidia se demostraba al burlarse de él. Su declaración es certera, y se refiere nuevamente a Ismael bajo el término “el hijo de la esclava” e indica que nunca tendrá parte de la herencia de Isaac.

La situación hizo que Abrahán se angustiaba, puesto que, aunque Ismael era hijo de Agar y toda esta situación se había suscitado, aun así era su hijo y el texto nos muestra esto mismo a pesar del contraste marcado entre la condición de ambos hermanos.

Dios trata ahora de forma personal con Abrahán, primero lo exhorta a no angustiarse ni apenarse por la situación, la expresión usada es “Abraham se angustió mucho por esta situación”. La idea que transmite Dios, y por la cual le dice a Abraham que no se angustie, es por dos hechos:

  1. la descendencia será establecida por Isaac (ver lo que significa descendencia dentro del amplio concepto de Génesis).
  2. Que Dios se encargaría de Agar y de Ismael, en este caso de Ismael porque también es su hijo, pero sus planes para Ismael sería distinto, de él surgiría una nación (diferente) a la de Isaac (Israel).

A esto Dios le dice “escucha a Sara”, es decir, Sara, aun en su rabia, tenía razón ¿Entendía Sara mejor la voluntad de Dios en cuanto a este asunto? ¿Había interpretado mejor la promesa? Al parecer había una relación entre la pertenencia de Ismael en la casa y la herencia que se adquiría, como vemos más adelante, Dios da la herencia a Isaac, pero a sus demás hijos les dejó regalos (v. 18; Génesis 25:12-18).

Versículos 14 al 16

Lo que se ve a continuación es una triste, pero necesaria acción de parte de Abrahán: se paró muy de mañana, tomó a Agar y a su hijo, les dio pan y agua y los echó fuera. En cierto sentido este pasaje me trae a memoria lo que más tarde sucedería, en cierta forma las dos cosas fueron una prueba para Abrahán: el amar a Dios y a sus órdenes más de lo que amaba a sus hijos, sea como fuera, era una decisión difícil que requería cierta determinación.

En la ocasión anterior no fue Abrahán quien echo fuera a Agar, ni siquiera fue Sara quien lo hizo, fue Agar la que huyo de su señora Saray. Pero en esta ocasión las cosas ocurren de una manera distinta, ocurre bajo una seria consideración de la herencia y de la burla de Ismael a su hermano Isaac y, la decisión y la exhortación de Sara a echar fuera a Agar y a su hijo, viene confirmado por la Palabra de Dios de que tal cosa era correcta y justa delante de Dios.

Ella, conjuntamente con su hijo, se fueron al desierto de Beerseba, posiblemente irían de regreso a Egipto, ya que Agar era egipcia, por la forma como se expresa el texto pareciera que Agar no estaba muy clara sobre qué dirección tomar, puesto que anda errante. Pero en aquel lugar se le había acabado el agua, algo inevitable por la forma como se conducía por el camino, así que ella optó por dejar al niño debajo de un arbusto, se fue de allí y se sentó a cierta distancia, según RV60 a «un tiro de arco» NVI dice «a cierta distancia»  y NTV afirma «a unos cien metros de distancia», automáticamente se echó a llorar diciendo que no quería ver morir al muchacho.

Esta escena es bastante triste: una mujer rechazada, con su hijo, sin agua, en un desierto, desolada, emocional y físicamente, esperando la muerte de su propio hijo, llorando, y apartándose de él para no verlo morir ¡Qué triste escena!

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Versículos 17 al 21

Pero, ante esta oscuridad, aparece el Señor, quien habla nuevamente con Agar en medio de su dolor, el Dios que ve y el Dios que oye se hace presente nuevamente en su vida. Aun así en esta ocasión nos dice que Dios escuchó no el sollozo de Agar, sino el lloro del muchacho, en este caso Ismael es objeto de la compasión del Señor (¿Sería por ser un niño? ¿O por ser descendiente de Abrahán?), sea cual sea el caso, Dios oye la voz del niño y acude a su rescate.

Lo que Dios dice es admirable “¿Que pasa?” y luego agrega “no tengas miedo”, oh, está frase que recorre las Escrituras de punto a punto también es para nosotros, pero en esta ocasión la exhortación surge explícitamente de que Dios ha escuchado el llorar del niño, en este caso no fue una oración fue un llanto, pero al mismo tiempo nos muestra implícitamente que este acto de misericordia surge como una forma de relación existente entre Abrahán e Ismael. Este segundo punto se confirma cuando afirma que hará de él una gran nación (cp. Génesis 16; 17:20; 25:12-18; 1 Cr. 1:29-31).

«Agar parte y se pierde en el desierto de Beerseba. Las guerras devastadoras y los fenómenos climáticos frecuentemente cambian el aspecto físico de un desierto. Si se añade a esto la circunstancia poco deseable del viaje, se hace difícil a Agar reconocer las señales que indicaban el camino y los oasis ya conocidos por ella. En esta situación angustiosa, Agar se prepara para morir y dejar morir a Ismael. Aquí parecía que terminaría todo. Pero Dios interviene, de acuerdo con su promesa anterior, y permite la sobrevivencia de Ismael al cuidado de Agar. Nuevamente, se nota la fidelidad y misericordia de Dios al recordar su promesa y escuchar el clamor de un ser humano en angustia. Dios concede su presencia permanente a Ismael y Agar cumple el papel de madre y padre a Ismael.»

Lo que ocurre a continuación es que “Dios abrió sus ojos” ¿qué significa esta frase?, al parecer era una frase que aparece en otros contextos y se usa para que Balaam lograra ver al Ángel del Señor (Num. 22:31), para que el criado de Eliseo pudiera ver el ejército del Señor (2 Re. 6:17-20), y, aunque esto se refiere a Ángeles, seres espirituales que no son perceptibles por el ojo humano, también pueden ser cosas que sí son reales, pero que no son percibidas, como, por ejemplo, cuando el Señor se les aparece a los discípulos, pero estos no le reconocen (Luc. 24:16-31). De esta forma, la Escritura se refiere a la apertura de ojos de distintas formas (cp. Sal. 119:18; Hch. 26:18; Ef. 1:18).

Una vez que Agar vio la fuente del Señor (Beerseba significa fuente del juramento) ella corrió a tomar agua en el odre y luego darle de beber a su hijo.

Posteriormente, nos narra que este muchacho creció y vivió en el desierto, se desarrolló, y Dios estaba con él (esto significa que Dios lo trataba con gracia y lo prosperaba en su camino) por lo que creció y prosperó de muchas formas, cumpliendo así su promesa (cp. 17:20; 39:2-3). Cuando se nos presenta a este Ismael como un tirador de arca, no los presenta como un cazador hábil que podría sobrevivir por sus propios medios, lo que posiblemente contraste con Israel que eran pueblo de criar ganado (cp. 10:9; 16:12), lo cual lo caracterizaba como un hombre fiero, de hecho pareciera que esta característica era contrastante entre la descendencia de la promesa/elección a aquellos que no (cp. Génesis 25:27; 27:3).

Este contraste que podríamos deducir en comparación con Israel se acentúa más en el versículo 21, puesto que Ismael se casa con una egipcia, como vemos esto no era una buena señal en absoluto (Génesis 24:3-4; 26:34-35; 27:46; 28:1-2), dicha razón se acentuaba con el punto específico de que esto era algo que no agradaba a Dios y que no correspondía a la nación santa de Dios, de esto se guardaron los patriarcas e ignorar tales procedimientos fue de dolor para ellos.

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