Génesis 2:1-3 explicación

Génesis 2:1-3 explicación

Indice de contenido:

El capítulo 2 del libro de Génesis continúa la narración de la creación del mundo por parte de Dios, que comenzó en el capítulo 1. En este capítulo, se enfatiza el séptimo día, en el que Dios descansó de su obra y lo bendijo como un día sagrado. También se da una descripción más detallada de la creación del hombre y la mujer, y del jardín del Edén, que será el escenario de los próximos acontecimientos. En este artículo, nos centraremos en los primeros tres versículos del capítulo, que resumen la obra creadora de Dios y su reposo.

Versículo 1

Este versículo es una recapitulación de todo lo que Dios creó en los seis días anteriores, desde los cielos y la tierra hasta las plantas, los animales y los seres humanos. La palabra “creó” (en hebreo, bara) implica que Dios hizo todo de la nada, por su poder y voluntad, sin usar ningún material preexistente. Esto muestra la soberanía y la omnipotencia de Dios, que es el origen y el sustento de todo lo que existe. La Biblia afirma en varias ocasiones que Dios es el creador de todo, y que su obra es buena y gloriosa (Proverbios 8:22-24; 16:4; Juan 1:1-3; Hebreos 1:10).

Versículo 2

Este versículo describe el estado de la tierra al final del sexto día, antes de que Dios la bendijera y la santificara en el séptimo. La tierra estaba “terminada”, es decir, completa y perfecta, sin ningún defecto ni carencia. Todo lo que Dios había planeado y ordenado se había cumplido. La palabra “terminada” (en hebreo, kala) también implica que Dios había puesto un límite y un propósito a su creación, que debía cumplir su función y su destino según su voluntad. La tierra también estaba “ordenada”, es decir, organizada y armonizada, sin ningún caos ni conflicto. Todo lo que Dios había separado y clasificado se había establecido en su lugar y en su relación. La palabra “ordenada” (en hebreo, asah) también implica que Dios había hecho su creación con sabiduría y arte, que reflejaban su carácter y su belleza.

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La segunda parte del versículo nos presenta un contraste entre la oscuridad que cubría la superficie del abismo, y la presencia del Espíritu de Dios que se movía sobre la superficie de las aguas. El abismo (en hebreo, tehom) se refiere a las profundidades acuáticas que rodeaban la tierra, y que simbolizaban el caos, el vacío y la muerte. La oscuridad (en hebreo, joshet) se refiere a la ausencia de luz, y que también representaba la ignorancia, el mal y el juicio. Sin embargo, sobre estas realidades negativas, el Espíritu de Dios (en hebreo, ruaj Elohim) se movía con poder y vida, preparando el escenario para la obra creadora de Dios. El Espíritu de Dios es la tercera persona de la Trinidad, que coopera con el Padre y el Hijo en la creación y la redención del mundo. La palabra “se movía” (en hebreo, rajaf) implica una acción de incubación, de cuidado y de protección, como la de un ave que cubre sus huevos con sus alas. Esto sugiere que el Espíritu de Dios estaba dando forma, aliento y bendición a la creación, que pronto recibiría la luz y la vida de Dios.

Versículo 3

Este versículo narra el primer acto creador de Dios en el primer día, que fue la creación de la luz. La luz (en hebreo, or) es el elemento básico y fundamental de la creación, que permite la visión, el conocimiento y la actividad. La luz también es un símbolo de Dios mismo, que es la fuente de toda luz, verdad y bondad. La luz también es una metáfora de la salvación, que Dios ofrece a su pueblo en medio de las tinieblas del pecado y la muerte. La luz también es una imagen de la gloria de Dios, que se manifiesta en su creación y en su revelación.

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La forma en que Dios creó la luz fue por medio de su palabra, que es el instrumento de su poder y de su autoridad. Dios simplemente dijo: “Sea la luz”, y la luz fue. Esta es una expresión de la omnipotencia y la soberanía de Dios, que hace que todo sea posible con su palabra. La palabra de Dios es eficaz y cumplidora, que no vuelve vacía, sino que hace lo que él quiere (Isaías 55:11). La palabra de Dios también es creativa y transformadora, que da vida y forma a lo que no existía (Salmo 33:6). La palabra de Dios también es reveladora y comunicativa, que muestra su carácter y su voluntad a su creación (Salmo 19:1-4).

Conclusión

Los primeros tres versículos del capítulo 2 de Génesis nos muestran la grandeza y la bondad de Dios como el creador de todo lo que existe. Dios creó el mundo de la nada, por su poder y su voluntad, sin depender de nada ni de nadie. Dios creó el mundo con orden y propósito, por su sabiduría y su arte, reflejando su carácter y su belleza. Dios creó el mundo con luz y vida, por su palabra y su Espíritu, manifestando su gloria y su bendición. Dios creó el mundo para su gloria y para nuestro bien, y nos invita a conocerlo, a amarlo y a servirlo como nuestro Señor y nuestro Salvador.

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