Filipenses 4:6-7 es uno de los pasajes bíblicos más conocidos y citados por los cristianos. En él, el apóstol Pablo nos exhorta a no estar ansiosos por nada, sino a presentar nuestras peticiones a Dios con oración y acción de gracias. Además, nos promete que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. ¿Qué significa este texto y cómo podemos aplicarlo a nuestra vida diaria?
En este artículo de blog, vamos a explicar el contexto histórico y teológico de Filipenses 4:6-7, así como sus implicaciones prácticas para nuestra fe y nuestro bienestar. También vamos a ver algunos ejemplos de cómo podemos orar y agradecer a Dios en medio de las circunstancias difíciles que enfrentamos. Al final, esperamos que este estudio nos ayude a experimentar la paz de Dios que nos libera de la ansiedad y nos fortalece en el amor.
Versículo 6
Primero, se nos da una prohibición “no inquietarnos por nada”, ahora bien, el problema de la inquietud viene de algún lugar o circunstancia concreta ¿Cómo responder si no es con angustia? De allí que diga que, en lugar de inquietarnos, busquemos a Dios en oración y ruego, presentando nuestras peticiones a Dios y dándole gracias. Eso le dice que debe hacerse en toda ocasión, al igual que debemos estar alegres en todo momento.
En esta exhortación a la oración da tres exhortaciones hacia la petición o solicitud, la palabra orar es general, y ruego implica una solicitud, y finalmente habla de peticiones a Dios, es aquí donde no solamente debemos pedir, sino también agradecer a Dios. Esta es una alternativa cristiana ante la inquietud y la angustia (1 Ts. 5:17-18; Col. 4:2; Ef. 6.18).
El verbo para inquietarse se usan un verbo que muchas veces viene a significar preocupación en un sentido positivo, pero en esta ocasión la idea es más bien negativa (cp. Mt. 13:22; Jn. 14:1-4; 1 Pe. 5:7)
Versículo 7
El “Y” es continuidad de aplicar los mandamientos anteriores, si hay amabilidad y oración, entonces, nuestras vidas experimentaran la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento (cp. Ef. 3:19), esta paz también cuidará nuestros pensamientos como nuestros corazones. Este texto nos da la clave para tener una vida interna, balanceada, bendecida por Dios (Jn. 14:27; 16:33; Ro. 8:6; 15:13; 2 Co. 13:11; Col. 3:15).
