Filipenses 3:7-11 es un pasaje bíblico que revela el corazón y la pasión del apóstol Pablo por conocer a Cristo. En estos versículos, Pablo compara su vida anterior, llena de logros religiosos y humanos, con su nueva vida en Cristo, que considera como una ganancia incomparable. Pablo expresa su deseo de experimentar la comunión con Cristo, tanto en su poder como en su sufrimiento, y de alcanzar la resurrección de entre los muertos.
En este artículo de blog, vamos a explorar el significado y la aplicación de este pasaje para nuestra vida cristiana. ¿Qué podemos aprender de la actitud de Pablo hacia sus propias obras y hacia la gracia de Dios? ¿Cómo podemos cultivar una relación más íntima y profunda con Cristo? ¿Qué implica participar de sus padecimientos y de su resurrección? Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder a la luz de la Palabra de Dios.
Versículo 7
Los versículos del 7 al 11 es un contraste a lo encontrado del 4 al 6 y al concepto de la confianza basada en obras. Pablo llama a esta confianza, o a estas cosas que anteriormente eran la fuente de su confianza, todas estas cosas se volvieron nada, simplemente basura, en su tiempo (antes de conocer verdaderamente a Cristo) todas esas cosas tenían algún valor y eran consideradas como algo en cuanto a su confianza delante de Dios, pero ahora no significaban nada ¡Excremento, basura, estiércol! Ante el invaluable regalo de gracia otorgado en Cristo (Ga. 2:15-16).
Versículo 8 al 9
En el versículo 8 Pablo no solamente alega en contra de la confianza basada en las obras, en el versículo 8 Pablo alega en contra de todas las cosas, dice, todo lo considero perdida por el incomparable valor de conocer a Cristo Jesús. Es más también tiene todo por estiércol a fin de ganar a Cristo y encontrarse unido a Él, esto es, vivir en él y en semejanza a él.
Pablo no quiere su propia justicia basada en la justificación por las obras de la ley, sino solamente aquella justicia que es otorgada por gracia en los méritos de Cristo y que descansa con fe en Cristo. Es esa justicia no que procede de sus propias obras, de alguna consideración de sí mismo, de alguna condición humana, es una justicia que procede de Dios y que se obtiene mediante la fe en Cristo, procede de Dios, y se adquiere mediante la fe. Aquí Pablo es claro que esta justicia no es una justicia otorgada por medio de las obras o en consideración de ellas, tampoco es una justicia que procede de sí mismo o de la ley, esta justicia procede de Dios y es dada por medio de la fe en Cristo.
Versículo 10 al 11
No obstante, en el versículo 10 y entendiendo así el versículo 11, Pablo retrata una visión de la santificación: conocer a Cristo (v. 8; Jn. 17:3; 1 Jn. 2:3), experimentar el poder de su resurrección (cp. 1 Ts. 4:14-15; Col. 3:1; 2:13; Ef. 1:19-21; 2 Co. 13:4; Ro. 8:11; 6:4-11), participar de sus sufrimientos (2 Co. 1:5; Col. 1:24; Hch. 9:16), y llegar a ser semejante a Él en su muerte (aquí Pablo pareciera indicar que su muerte será innegablemente como Mártir). En cada uno de estos elementos están presentes el vivir para Cristo (cp. Ga. 2:20).
Y, finalmente, cuando afirma “así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos”, básicamente afirma “esta es mi confianza total” y “esta es la forma como pretendo vivir para la gloria de Dios” o “así es la manera como alcanzaré la gloria final”. Su filosofía de vida es, todo como perdida, dame a Cristo, dame su justicia, dame su poder, sus sufrimientos, ¡Él es lo que más valoro! ¡Lo que más deseo!
Puedes ahondar más en este y otros temas visitando nuestra explicación del libro de Filipenses.