Filipenses 3:15-16 es un pasaje bíblico que nos habla de la madurez cristiana y la unidad de propósito. En este artículo, vamos a explicar el significado y la aplicación de estos versículos, así como el contexto en el que fueron escritos por el apóstol Pablo.
Pablo era un hombre que había experimentado una transformación radical en su vida, pasando de ser un perseguidor de los cristianos a ser un predicador del evangelio. Él tenía una pasión por conocer a Cristo y seguir su ejemplo, y animaba a los demás a hacer lo mismo.
En la carta a los Filipenses, Pablo les expresa su amor y su gozo por ellos, y les exhorta a mantenerse firmes en la fe, a vivir en armonía y a tener la mente puesta en las cosas de arriba.
Versículos 15 al 16
Pablo nos dice que todos tengamos esta misma forma de pensar, hasta cierto punto una filosofía de vida acerca de la santificación. Primero les habla a los perfectos, los cuales es mejor entenderlos como personas maduras (Ro. 15:1; Col. 1:28; Stg. 1:14), estos, les dice Pablo, tenemos que tener este modo de pensar.
La exhortación es adaptar esta filosofía de vida a la congregación de Filipos, aunque les habla a los maduros, por consecuencia aun los inmaduros, al aprender a actuar de esta forma deben aplicarse a ello.
Pero ¿Es posible pensar de forma diferente? Pablo no tiene en mente que las personas piensen de una manera distinta con respecto a lo antes dicho, más bien, está poniendo en relieve otros pensamientos.
Sea como sea, afirma Pablo en el versículo 16, todos debemos vivir según aquello que ya hemos alcanzado. Conforme a las bendiciones obtenidas, capacidades logradas y la madurez alcanzada.
Pablo prescribe la madurez cristiana en este texto como una clase de carrera, en esta carrera algunos están más avanzados que otros, pero, sea como sea, cada uno de nosotros debe vivir en conformidad al lugar que llevemos en la carrera. Esto implica responsabilizarnos por nuestro grado de madurez y actuar de manera coherente con ella.
