Explicación de Filipenses 1:28-30

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El apóstol Pablo escribió la carta a los Filipenses desde la prisión, donde estaba encadenado por predicar el evangelio de Cristo. Sin embargo, lejos de desanimarse, Pablo se regocija en su sufrimiento y anima a los creyentes de Filipos a hacer lo mismo. En Filipenses 1:28-30, Pablo les da tres razones para mantenerse firmes y valientes ante la oposición y la persecución que enfrentan por causa de Cristo.

En primer lugar, Pablo les dice que no se dejen intimidar por sus enemigos de ninguna manera. Esto significa que no deben temer ni ceder ante las amenazas, los insultos o la violencia que puedan recibir por su fe. Al contrario, deben confiar en que Dios está con ellos y que les dará la victoria. Pablo les asegura que el hecho de que sus enemigos los ataquen es una señal de que serán destruidos, mientras que ellos serán salvados. Esta es una promesa de Dios, que tiene el poder de juzgar y de salvar.

Versículo 28

Continúa el pensamiento del versículo 27, ellos deben en esta lucha no dejarse aterrorizar por sus enemigos. Al parecer en Filipos había distintas personas que estaban atacando la integridad de la iglesia, por distintos motivos. Básicamente, la misma reacción de los cristianos en Roma debe ser tenida por los Filipenses, deben cobrar confianza aun a pesar de las adversidades.

Hay dos maneras de ver a estos adversarios, en primer lugar, su punto de vista en cuanto a ellos es que para ellos esto es indicio de perdición ¿Qué significa indicio? Significa en realidad señal, marca, prueba o muestra (Ro. 3:25-26; 2 Co. 8:24; Fil. 1:28), la realidad de que ellos fueran adversarios a la Iglesia de Dios era una señal de su perdición (Fil. 3:19).

Pero estas adversidades en los Filipenses era, por el contrario, una señal de la salvación en ellos, puesto que aquellos que quieran vivir piadosamente en este mundo padecerán (2 Ti. 3:12). Y todo esto proviene de Dios, tanto el juicio como la bendición, tanto la destrucción como la regeneración, pero Dios se aparta de los impíos y bendice a los que persisten en su gracia, esto muestra una vez más que Dios está de parte de los que le aman.

Versículo 29

La intrepidez para enfrentar a los adversarios y las persecuciones viene de Dios, claramente establecido en el versículo anterior. Pero esta realidad no tan solamente proviene del hecho de la gracia, sino que también forma parte de la vida que se nos ha concedido vivir, puesto que no tan solamente se nos concede creer, sino también sufrir.

Claramente, quien concede aquí es Dios y ningún otro, el Señor es el que concede que creamos (Ef. 2:8), ahora lo que no se tiende admitir que también se nos concede por medio de esa misma gracia y por medio ese mismo Dios, es el sufrir. El Evangelio también incluye sufrimientos, especialmente cuando existen enemigos de la cruz (Gal. 3:4; 1 Tes. 2:14; 2 Tes. 1:5, 12).

Vivir de una manera cristiana en un mundo pagano trae como resultado el sufrimiento, de forma que se entendiese que, así como se fundó la Iglesia de Filipos ellos tuvieran en cuenta este mismo hecho (cp. Hch. 16). Y así, tal sufrimiento era un privilegio (Hch. 5: 4 1; 9:16).

 Versículo 30

Esto es confirmado, pues ellos saben qué tipo de conflicto está viviendo y experimentando el apóstol, y ellos han tenido comunión en cuanto a esto también (1:3-8). Este término aquí usado puede referirse a un conflicto interno a causa de un conflicto externo, la realidad de la presencia de Pablo en una cárcel y esperando un juicio para su vida ciertamente causaba un impacto, aunque se gozaba en la verdad del Evangelio, no era indiferente a la realidad de este mundo.

Esta palabra también significaba una lucha o una batalla a llevar a cabo (Col. 2:1; 1 Tes. 2:2; 1 Ti. 6:12; He. 12:1), de modo que Pablo se veía a sí mismo en una lucha por el Evangelio y en esa lucha, que incluía sufrimientos, heridas y sangre, era también comprendida la participación de los Filipenses.

Ellos observaban que Pablo sostenía esta lucha, y aun a pesar de la cárcel, permanecía luchando. Él sabía que él estaba encarcelado, pero no así el Evangelio, e incluso llego para salvar a varios de la casa pretorial.

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