Resumen del segundo libro de Reyes capítulo por capítulo

resumen del segundo libro de reyes capítulo por capítulo

Indice de contenido:

Introducción

El Segundo Libro de los Reyes es una narración fascinante que nos muestra cómo Dios usó la desobediencia de Israel para alcanzar a todas las naciones. Este libro, que probablemente fue escrito entre el 560 y el 540 a.C., describe la caída del reino dividido de Israel y Judá.

Los profetas continuaban advirtiendo al pueblo que el juicio de Dios estaba por llegar, pero ellos no se arrepentían. Aunque unos pocos de los reyes de Judá eran buenos, la mayoría de ellos alejaban al pueblo de la adoración a Jehová. Estos pocos buenos gobernantes, junto con Elías y otros profetas, no pudieron frenar la decadencia de la nación.

El reino del norte de Israel fue eventualmente destruido por los Asirios, y aproximadamente 136 años después, el Reino del Sur de Judá fue destruido por los Babilonios.

Hay tres temas prominentes presentes en el Libro de 2 de Reyes:

  1. El Señor juzgará a Su pueblo cuando ellos desobedezcan y le den la espalda.
  2. La palabra de los verdaderos profetas de Dios siempre se cumple.
  3. El Señor es fiel. Él recordó Su promesa hecha a David (2 Samuel 7:10-13) y, a pesar de la desobediencia del pueblo y de los reyes malvados que los gobernaban, el Señor no exterminó a la familia de David.

En este resumen capítulo por capítulo, exploraremos estos temas y eventos en detalle, proporcionando una visión más profunda de las lecciones que podemos aprender del Segundo Libro de los Reyes.

Capítulo 1

El capítulo 1 del Segundo Libro de los Reyes comienza con la historia del rey Ocozías, quien se había lesionado al caer por una ventana de su palacio en Samaria. En lugar de buscar ayuda en Dios, Ocozías envió mensajeros para consultar a Baal-zebub, el dios de Ecrón, sobre si se recuperaría de sus heridas. Sin embargo, el ángel de Jehová intervino y le dijo a Elías que interceptara a los mensajeros y les dijera que Ocozías no se recuperaría, sino que moriría.

Cuando los mensajeros regresaron al rey con la noticia, Ocozías reconoció a Elías por la descripción que dieron los mensajeros. En respuesta, Ocozías envió a un capitán con cincuenta hombres para traer a Elías, pero Elías invocó fuego del cielo que consumió al capitán y a sus hombres. Esto sucedió una segunda vez con otro capitán y sus cincuenta hombres. Finalmente, el tercer capitán se arrodilló ante Elías y rogó por su vida y la de sus hombres, y Elías accedió a ir con ellos al rey. Cuando Elías se encontró con Ocozías, repitió la profecía de que el rey no se recuperaría y moriría, lo cual finalmente sucedió.

Capítulo 2

El capítulo 2 del Segundo Libro de los Reyes narra la transición del profeta Elías al profeta Eliseo. Comienza con Elías y Eliseo viajando juntos desde Gilgal. En el camino, Elías le pide a Eliseo que se quede en Gilgal mientras él va a Betel, pero Eliseo insiste en acompañarlo. Este patrón se repite cuando viajan a Jericó y al Jordán. En cada lugar, los profetas locales advierten a Eliseo que Elías será llevado por Dios ese día.

Finalmente, llegan al río Jordán, donde Elías golpea el agua con su manto, dividiendo el río para que puedan cruzar. Una vez al otro lado, Elías le ofrece a Eliseo un último deseo antes de ser llevado. Eliseo pide una doble porción del espíritu de Elías. Mientras hablaban, apareció un carro de fuego que separó a los dos, y Elías subió al cielo en un torbellino. Eliseo recoge el manto de Elías y, al golpear las aguas del Jordán, las divide, demostrando que el espíritu de Elías ahora reposa en él.

Capítulo 3

El capítulo 3 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Joram, hijo de Acab, en Israel. Joram hizo lo malo ante los ojos de Jehová, aunque no tanto como su padre y su madre. Mesa, rey de Moab, se rebeló contra Joram después de la muerte de Acab. En respuesta, Joram, junto con Josafat, rey de Judá, y el rey de Edom, se embarcaron en una expedición contra Moab. Sin embargo, después de siete días de marcha, se quedaron sin agua para el ejército y los animales.

En este momento de desesperación, consultaron al profeta Eliseo. Eliseo, movido por el espíritu de Dios, profetizó que la tierra se llenaría de agua sin lluvia ni viento, y que también derrotarían a Moab. Al día siguiente, llegó agua de la dirección de Edom y llenó la tierra. Los moabitas fueron derrotados y los israelitas destruyeron sus ciudades y tierras de cultivo. Sin embargo, el rey de Moab, en un acto desesperado, sacrificó a su hijo primogénito en la muralla.

Capítulo 4

El capítulo 4 del Segundo Libro de los Reyes presenta varias historias milagrosas realizadas por el profeta Eliseo. La primera historia es sobre una viuda cuyo marido, un hombre temeroso de Dios, había muerto y dejado a su familia en deuda. La viuda buscó la ayuda de Eliseo, quien le instruyó para que recogiera tantos recipientes vacíos como pudiera de sus vecinos. Luego, ella debía verter el poco aceite que tenía en los recipientes, y milagrosamente, el aceite no se agotó hasta que todos los recipientes estuvieron llenos. Eliseo le dijo que vendiera el aceite para pagar sus deudas y que viviera con sus hijos del resto.

La segunda historia es sobre una mujer de Sunam que ofreció hospitalidad a Eliseo cada vez que pasaba por su ciudad. En agradecimiento, Eliseo le prometió que tendría un hijo, a pesar de que su marido era viejo. Como se predijo, la mujer tuvo un hijo. Sin embargo, el niño murió repentinamente después de quejarse de dolor de cabeza. La mujer llevó al niño a la habitación de Eliseo y fue a buscar al profeta. Esta historia continúa en los siguientes versículos del capítulo.

Capítulo 5

El capítulo 5 del Segundo Libro de los Reyes cuenta la historia de Naamán, el general del ejército del rey de Siria. Naamán era un hombre valeroso, pero leproso. Una muchacha israelí que servía a la mujer de Naamán sugirió que si Naamán buscaba al profeta en Samaria, sería sanado de su lepra. Naamán informó a su señor, el rey de Siria, quien envió cartas al rey de Israel para que sanara a Naamán. Sin embargo, el rey de Israel rasgó sus vestidos, pensando que el rey de Siria buscaba una excusa para pelear.

Cuando Eliseo, el profeta de Dios, se enteró de esto, envió un mensaje al rey de Israel diciendo que Naamán viniera a él para que supiera que había un profeta en Israel. Naamán llegó a la casa de Eliseo, y Eliseo le envió un mensajero diciéndole que se lavara siete veces en el Jordán para ser limpiado. Naamán inicialmente se fue enojado, pensando que Eliseo saldría a encontrarse con él y realizar un acto más dramático para sanar su lepra. Sin embargo, después de que sus sirvientes lo persuadieron, Naamán se zambulló siete veces en el Jordán y quedó limpio.

Capítulo 6

El capítulo 6 del Segundo Libro de los Reyes comienza con los hijos de los profetas diciéndole a Eliseo que el lugar donde moraban con él era estrecho. Deciden ir al Jordán, tomar una viga cada uno y construir un lugar más amplio para habitar. Eliseo les acompaña en esta tarea. Durante la construcción, uno de ellos pierde un hacha en el agua, lo cual es problemático ya que era prestada. Eliseo realiza un milagro y hace flotar el hacha para que pueda ser recuperada.

La segunda parte del capítulo relata cómo el rey de Siria estaba en guerra con Israel. Cada vez que el rey de Siria planeaba un ataque, Eliseo se lo informaba al rey de Israel. Frustrado, el rey de Siria envía un ejército para capturar a Eliseo. Sin embargo, cuando llegan, Eliseo ora a Dios para que ciegue a los hombres del ejército. Luego, Eliseo los lleva a Samaria, donde sus ojos son abiertos y se encuentran en medio de la ciudad enemiga. El rey de Israel pregunta a Eliseo si debe matarlos, pero Eliseo le dice que les dé de comer y beber y los deje ir. Después de esto, las bandas de sirios dejaron de invadir la tierra de Israel.

Capítulo 7

El capítulo 7 del Segundo Libro de los Reyes comienza con Eliseo anunciando que al día siguiente, a la misma hora, habrá abundancia de alimentos en Samaria. Un oficial del rey duda de la profecía de Eliseo, quien le advierte que verá la abundancia, pero no disfrutará de ella. En la entrada de la ciudad, cuatro hombres leprosos deciden ir al campamento de los sirios, pensando que si se quedan morirán de hambre, pero si van al campamento de los sirios, podrían vivir. Al llegar al campamento, descubren que está vacío.

El Señor había hecho que los sirios oyeran el ruido de un gran ejército, lo que los hizo huir, dejando atrás sus pertenencias. Los leprosos comen, beben y toman oro y plata, luego vuelven a la ciudad y le cuentan al rey lo que han encontrado. El rey envía a algunos hombres para verificar la historia de los leprosos, y al confirmarla, la gente de la ciudad sale y saquea el campamento de los sirios. Como Eliseo había profetizado, hay una abundancia de alimentos, y el oficial del rey que había dudado de la palabra de Eliseo es aplastado por la multitud y muere.

Capítulo 8

El capítulo 8 del Segundo Libro de los Reyes inicia con Eliseo advirtiendo a la madre del niño que había resucitado sobre una hambruna que duraría siete años. Siguiendo el consejo de Eliseo, la mujer y su familia se mudan a la tierra de los filisteos. Después de siete años, la mujer regresa y apela al rey por su casa y sus tierras. Mientras tanto, el rey estaba hablando con Giezi, el sirviente de Eliseo, sobre los milagros que Eliseo había realizado. Cuando la mujer llega para hablar con el rey, Giezi la reconoce y le cuenta al rey sobre el milagro que Eliseo había realizado para ella y su hijo. El rey entonces ordena que se le devuelvan todas sus posesiones.

La segunda parte del capítulo trata sobre Eliseo y el rey de Siria, Ben-adad. Ben-adad, que estaba enfermo, envía a Hazael con regalos para encontrar a Eliseo y preguntar si se recuperará. Eliseo le dice a Hazael que le diga al rey que se recuperará, pero también le revela que el rey realmente morirá. Eliseo también revela que Hazael se convertirá en el próximo rey de Siria. Al día siguiente, Hazael mata a Ben-adad y se convierte en rey.

Capítulo 9

El capítulo 9 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el profeta Eliseo ungiendo a Jehú como rey de Israel. Eliseo envía a uno de los hijos de los profetas a Ramot de Galaad con una redoma de aceite para ungir a Jehú. Jehú es instruido para golpear la casa de Acab, su señor, para vengar la sangre de los siervos de Jehová. Jehú es proclamado rey por los príncipes del ejército. Jehú luego conspira contra Joram, quien estaba defendiendo a Ramot de Galaad contra Hazael, rey de Siria. Jehú se dirige a Jezreel, donde Joram se había retirado para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho.

Al llegar a Jezreel, Jehú mata a Joram. Ocozías, rey de Judá, también es asesinado. Jehú luego se dirige a Jezreel, donde Jezabel, la madre de Joram, lo espera. Jezabel intenta seducir a Jehú, pero él ordena a sus sirvientes que la arrojen por la ventana. Jezabel muere y su cuerpo es dejado en la calle para ser comido por los perros, cumpliendo la profecía de Elías.

Capítulo 10

El capítulo 10 del Segundo Libro de los Reyes comienza con Jehú exterminando la casa de Acab. Acab tenía setenta hijos en Samaría, y Jehú escribió cartas y las envió a Samaría a los principales de Jezreel, a los ancianos y a los preceptores de los hijos de Acab. Jehú les instruye para que tomen las cabezas de todos los hijos de su señor y las traigan a Izreel. Los setenta hijos del rey estaban repartidos entre las personas importantes de la ciudad, que los criaban. Cuando recibieron esta carta, tomaron a los hijos del rey, degollaron a los setenta, pusieron sus cabezas en unas canastas y se las enviaron a Izreel.

En la segunda parte del capítulo, Jehú se encuentra con los hermanos de Ocozías, rey de Judá. Jehú los captura vivos y los mata junto al pozo de Bet Equed. Eran cuarenta y dos, y no quedó ni uno solo. Luego, Jehú se encuentra con Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro. Jonadab se une a Jehú en su carro. Finalmente, Jehú extermina a todos los que aún quedaban de la casa de Acab en Izreel, con todos sus nobles, sus familiares y sus sacerdotes, sin dejarle ni un solo sobreviviente.

Capítulo 11

El capítulo 11 del Segundo Libro de los Reyes comienza con Atalía, madre de Ocozías, tomando el poder y buscando destruir toda la descendencia real después de la muerte de su hijo. Sin embargo, Josaba, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, logra salvar a Joás, hijo de Ocozías, y lo esconde de Atalía. Joás es escondido en la casa de Jehová durante seis años, mientras Atalía reina sobre el país.

En el séptimo año, el sacerdote Joiada toma acción. Reúne a los jefes de centenas, capitanes y gente de la guardia, y hace un pacto con ellos en la casa de Jehová. Les muestra al hijo del rey y les da instrucciones para proteger a Joás. Joiada luego saca a Joás, le pone la corona y lo unge como rey. Cuando Atalía se entera de esto, clama traición, pero Joiada ordena que sea llevada fuera del templo y allí es asesinada.

Capítulo 12

El capítulo 12 del Segundo Libro de los Reyes comienza con Joás, que había comenzado a reinar en el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Joás hizo lo recto ante los ojos de Jehová durante toda su vida, porque el sacerdote Joiada lo había instruido. Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. Joás dijo a los sacerdotes que recogieran todo el dinero consagrado que se traía a la casa de Jehová. Los sacerdotes debían usar este dinero para reparar las partes deterioradas de la Casa.

En el vigesimotercer año del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo. Entonces, el rey Joás llamó al sacerdote Joiada y a los demás sacerdotes, y les dijo que ya no tomaran más dinero de la gente que conocían, sino que lo entregaran para reparar las grietas del templo. Los sacerdotes estuvieron de acuerdo en no recibir dinero del pueblo y en tener que reparar las partes deterioradas de la Casa. Finalmente, el dinero suficiente fue dado a los que hacían la obra, y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehová

Capítulo 13

El capítulo 13 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Joacaz, hijo de Jehú, en Israel. Joacaz hizo lo malo ante los ojos de Jehová y siguió en los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat. Jehová se enfureció contra Israel y los entregó en manos de Hazael, rey de Siria, y de Ben-adad, hijo de Hazael. Sin embargo, Joacaz oró a Jehová, quien lo escuchó y miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los afligía. Jehová dio un salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios. A pesar de esto, no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam.

En la segunda parte del capítulo, Joás, hijo de Joacaz, comienza a reinar sobre Israel en Samaria. Joás también hizo lo malo ante los ojos de Jehová y no se apartó de los pecados de Jeroboam. Durante su reinado, Eliseo, el profeta de Dios, enferma y muere. Joás visita a Eliseo en su lecho de muerte y llora por él, reconociéndolo como el «carro de Israel y su gente de a caballo». Antes de su muerte, Eliseo realiza un último acto profético con Joás, prediciendo la victoria de Israel sobre Siria.

Capítulo 14

El capítulo 14 del Segundo Libro de los Reyes inicia con el reinado de Amasías, hijo de Joás, en Judá. Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén. Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no como David, su padre. Sin embargo, los lugares altos no fueron quitados, pues el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en esos lugares altos. Cuando su poder real quedó plenamente afianzado, mató a los siervos que habían dado muerte al rey, su padre. Pero no hizo matar a los hijos de los homicidas, cumpliendo lo que está escrito en la Ley de Moisés.

En la segunda parte del capítulo, Amasías envía mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, para decirle: «¡Ven, para que nos veamos las caras!». Pero Joás, rey de Israel, manda a decir a Amasías, rey de Judá, que se quede en su casa y disfrute de su gloria. Amasías no escucha y sube Joás, rey de Israel, y se enfrentan él y Amasías, rey de Judá, en Bet-semes de Judá. Judá es derrotado ante Israel, y cada uno huye a su carpa. Joás, rey de Israel, toma prisionero en Bet-semes a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías. Luego va a Jerusalén y rompe el muro de la ciudad desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la esquina. Se apodera de todo el oro, la plata y todos los utensilios que hallaron en la casa de Jehová y en los tesoros de la casa del rey.

Capítulo 15

El capítulo 15 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Azarías, hijo de Amasías, en Judá. Azarías, también conocido como Uzías, reinó durante cincuenta y dos años en Jerusalén. Aunque hizo lo recto ante los ojos de Jehová, no quitó los lugares altos, donde la gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso a los dioses. Dios castigó a Azarías con lepra, lo que lo obligó a vivir apartado hasta el día de su muerte. Su hijo Jotam se encargó de gobernar al pueblo.

La segunda parte del capítulo relata los reinados de varios reyes de Israel después de Jeroboam II. Zacarías, hijo de Jeroboam, reinó solo seis meses antes de ser asesinado por Salum. Salum reinó solo un mes antes de ser asesinado por Menahem. Menahem, a su vez, reinó durante diez años y continuó los pecados de Jeroboam. Durante su reinado, Pul, rey de Asiria, invadió Israel, y Menahem le pagó a Pul para mantener el control de Israel.

Capítulo 16

El capítulo 16 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Acaz, hijo de Jotam, en Judá. Acaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. Aunque no hizo lo recto ante los ojos de Jehová su Dios, como David su padre, continuó con las prácticas abominables de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Acaz sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso. Cuando Rezín, rey de Siria, y Peka, hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para hacer guerra y sitiar a Acaz, no pudieron tomarla.

En respuesta a la amenaza, Acaz envió embajadores a Tiglat-pileser, rey de Asiria, pidiendo ayuda. Tomó la plata y el oro que se halló en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real, y envió al rey de Asiria un presente. El rey de Asiria accedió al pedido: subió contra Damasco y la conquistó, deportó a sus habitantes a Quir y dio muerte a Rezín. Acaz fue a Damasco, al encuentro de Tiglat-pileser, rey de Asiria, y vio el altar que había en Damasco. A su regreso, hizo construir un altar similar en Jerusalén y cambió las prácticas de adoración en el templo.

Capítulo 17

El capítulo 17 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Oseas, hijo de Elá, en Israel. Oseas hizo lo malo ante los ojos del Señor, aunque no tanto como los reyes de Israel que lo habían precedido. Salmanasar, rey de Asiria, subió contra él, y Oseas se le sometió y le pagó tributo. Sin embargo, Salmanasar descubrió que Oseas estaba conspirando contra él, por lo que lo arrestó y lo encerró en prisión. Salmanasar luego invadió todo el país, sitió Samaria durante tres años y finalmente conquistó la ciudad. Los israelitas fueron deportados a Asiria y establecidos en Jalaj, sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media1.

La caída de Israel se atribuye a su pecado contra Jehová. Los israelitas habían adorado a otros dioses, imitando las costumbres de las naciones que Jehová había desposeído delante de ellos. A pesar de las advertencias de Jehová a través de sus profetas, los israelitas no escucharon y se obstinaron en su mala conducta. Abandonaron los mandamientos de Jehová, sirvieron a ídolos y cometieron acciones indebidas. Incluso llegaron a inmolar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, practicaron la adivinación y la magia. Por todas estas razones, Jehová se enfureció contra Israel y los castigó con el exilio.

Capítulo 18

El capítulo 18 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Ezequías, hijo de Acaz, en Judá. Ezequías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén. Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. Quitó los lugares altos, quebró las imágenes, cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés. En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba.

En el cuarto año del rey Ezequías, Salmanasar, rey de los asirios, subió contra Samaria, y la sitió. La tomaron al cabo de tres años. En el año sexto de Ezequías, fue tomada Samaria. El rey de Asiria llevó cautivo a Israel a Asiria, y los puso en Halah, en Habor junto al río Gozán, y en las ciudades de los medos. A los catorce años del rey Ezequías, subió Senaquerib rey de Asiria contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó. Entonces Ezequías rey de Judá envió a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis: Yo he pecado; apártate de mí, y haré todo lo que me impongas. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías rey de Judá trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. Dio, por tanto, Ezequías toda la plata que fue hallada en la casa de Jehová, y en los tesoros de la casa real.

Capítulo 19

El capítulo 19 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el rey Ezequías rasgando sus vestiduras y yendo a la Casa del Señor después de escuchar las palabras del copero mayor1. Ezequías envía a Eliaquim, Sebná y a los sacerdotes más ancianos a hablar con el profeta Isaías. Isaías les dice que no teman y que Dios castigará al rey de Asiria por las palabras que ha escuchado. El copero mayor regresa al campamento de los asirios y se encuentra con el rey de Asiria, que estaba atacando a Libná. Al recibir la noticia de que Tirjacá, rey de Cus, se había puesto en campaña para combatirlo, Senaquerib envía de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle que no confíe en su Dios.

Ezequías toma la carta de la mano de los mensajeros y la lee. Luego sube a la Casa del Señor, la despliega delante del Señor y ora. Ezequías pide a Dios que salve a su pueblo de las manos del rey de Asiria, para que todos los reinos de la tierra reconozcan que solo Jehová es Dios. Esa misma noche, el ángel del Señor sale y mata a ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios. A la mañana siguiente, todo lo que queda son cuerpos de muertos.

Capítulo 20

El capítulo 20 del Segundo Libro de los Reyes comienza con la enfermedad de Ezequías. Ezequías, rey de Judá, cae enfermo y el profeta Isaías le dice que ponga en orden su casa, ya que morirá. Ezequías ora a Jehová, recordándole que ha caminado en verdad y con un corazón íntegro. Jehová escucha su oración y ve sus lágrimas, por lo que decide sanarlo. Jehová le promete a Ezequías que añadirá quince años a su vida, lo librará de la mano del rey de Asiria y protegerá la ciudad. Isaías ordena que se aplique una masa de higos sobre la llaga de Ezequías, y este se recupera.

Más tarde, Merodac-baladán, rey de Babilonia, envía mensajeros con cartas y regalos a Ezequías después de escuchar que este había estado enfermo. Ezequías muestra a los mensajeros todos sus tesoros, incluyendo la plata, el oro, las especias, los ungüentos preciosos y todas las armas. Cuando el profeta Isaías se entera de esto, le dice a Ezequías que llegará el día en que todo lo que hay en su casa será llevado a Babilonia. También le revela que algunos de sus descendientes serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

Capítulo 21

El capítulo 21 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Manasés, quien tenía doce años cuando comenzó a reinar y reinó en Jerusalén durante cincuenta y cinco años. Manasés hizo lo malo ante los ojos de Jehová, siguiendo las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Reconstruyó los lugares altos que Ezequías, su padre, había derribado, levantó altares a Baal, hizo una imagen de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos. Además, Manasés pasó a su hijo por fuego, practicó la adivinación y la magia, e instituyó encantadores y adivinos.

En respuesta a estas abominaciones, Jehová habló por medio de sus siervos, los profetas, anunciando que traería tal mal sobre Jerusalén y Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos oídos. Jehová prometió extender sobre Jerusalén el cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab, y limpiaría a Jerusalén como se limpia un plato. A pesar de las advertencias, Manasés y el pueblo no escucharon; y Manasés indujo a la gente a hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel. Además de esto, Manasés derramó mucha sangre inocente, hasta llenar a Jerusalén de extremo a extremo.

Capítulo 22

El capítulo 22 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Josías, quien tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Josías hizo lo recto ante los ojos de Jehová, siguiendo el camino de su antepasado David. En el año dieciocho de su reinado, Josías mandó reparar el Templo, que se había convertido en un tipo de almacén. Durante las reparaciones, el sumo sacerdote Hilcías encontró el Libro de la Ley. Cuando Josías escuchó las palabras del Libro de la Ley, se rasgó las vestiduras y envió a sus sirvientes a consultar al profeta Isaías.

Isaías les aseguró que, aunque Dios estaba enfurecido con el pueblo por sus pecados, había escuchado la oración de Josías y no destruiría la ciudad durante su vida. Sin embargo, advirtió que después de la muerte de Josías, Dios traería desastre sobre la ciudad y el pueblo. A pesar de las advertencias, Josías continuó con su reforma religiosa, eliminando la idolatría y restaurando la adoración de Jehová.

Capítulo 23

El capítulo 23 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el rey Josías convocando a todos los ancianos de Judá y Jerusalén. Sube a la Casa del Señor con todos los hombres de Judá y todos los habitantes de Jerusalén, incluyendo sacerdotes, profetas y todo el pueblo. Josías lee todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la Casa del Señor. Luego, de pie junto a la columna, hace un pacto delante de Jehová, comprometiéndose a seguir a Jehová y a guardar sus mandamientos, testimonios y estatutos con todo el corazón y con toda el alma. Todo el pueblo confirma este pacto. Josías luego lleva a cabo una serie de reformas religiosas, eliminando la idolatría y restaurando la adoración de Jehová.

En la segunda parte del capítulo, Josías continúa con sus reformas. Ordena al sumo sacerdote Jilquías y a los sacerdotes de segundo orden que saquen del Templo del Señor todos los objetos fabricados en honor de Baal, de Aserá y de todo el Ejército de los cielos. Estos objetos son quemados fuera de Jerusalén, en los baldíos del Cedrón, y las cenizas son llevadas a Betel. Josías también derriba las casas de las prostitutas sagradas que estaban en la Casa del Señor. Además, profana el Tófet del valle de Ben Hinnóm para que nadie inmole a su hijo o a su hija en el fuego, en honor de Moloc. Finalmente, Josías celebra la Pascua a Jehová en Jerusalén.

Capítulo 24

El capítulo 24 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el reinado de Joacim, quien se convierte en siervo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, durante tres años, pero luego se rebela contra él. Jehová envía contra Joacim tropas de caldeos, sirios, moabitas y amonitas, que destruyen a Judá, cumpliendo la palabra de Jehová que había hablado por sus siervos los profetas. Esto sucede por mandato de Jehová, para quitar a Judá de su presencia, debido a los pecados de Manasés y a la sangre inocente que derramó, llenando a Jerusalén de sangre inocente. Joacim muere y su hijo Joaquín reina en su lugar.

En la segunda parte del capítulo, Joaquín se rinde al rey de Babilonia junto con su madre, sus servidores, sus príncipes y sus eunucos. Nabucodonosor toma todos los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros de la casa real, y rompe todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para la casa de Jehová. Nabucodonosor lleva cautivo a todo Jerusalén, a todos los príncipes, a todos los hombres valientes, a todos los artesanos y herreros; no quedó nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra. Finalmente, el rey de Babilonia designa a Matanías, tío de Joaquín, como rey en lugar de Joaquín, y le cambia el nombre por el de Sedequías.

Capítulo 25

El capítulo 25 del Segundo Libro de los Reyes comienza con el asedio de Jerusalén por Nabucodonosor, rey de Babilonia. En el noveno año del reinado de Sedequías, Nabucodonosor y su ejército rodean Jerusalén y construyen rampas para atacarla mejor. El asedio dura hasta el año undécimo del rey Sedequías, cuando la ciudad es finalmente conquistada debido a la hambruna. Sedequías y sus hombres intentan huir, pero son capturados en las llanuras de Jericó. Sedequías es llevado ante el rey de Babilonia en Ribla, donde sus hijos son asesinados delante de él, le sacan los ojos y lo atan con cadenas para llevarlo a Babilonia.

En la segunda parte del capítulo, Nebuzaradán, comandante de la guardia personal del rey y general del ejército de Babilonia, llega a Jerusalén. Incendia la Casa del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. Luego, el ejército de los caldeos derriba las murallas que rodeaban a Jerusalén. Nebuzaradán deporta a toda la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos. Sin embargo, deja a los judíos más pobres para que cultivaran los viñedos y los campos. Finalmente, Evil-merodac, rey de Babilonia, libera a Joaquín, rey de Judá, de la prisión.

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