1 Pedro 5:7 es un pasaje que nos recuerda el cuidado paternal de Dios. Así como un hijo se siente totalmente seguro cerca de su padre, así los creyentes cuando confiamos en las promesas de Dios y dependemos en él en oración.
Veamos a detalle la explicación de este pasaje.
1 Pedro 5:7 ¿Qué nos enseña?
“(…) echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
La idea del pasaje es que debemos aprender a despojarnos del afán que tenemos; que debemos dejar de preocuparnos por las cosas de este mundo, y entregárselas a Dios, porque Dios es quien cuida de nosotros. Esto es una forma de decir que debemos dejar de preocuparnos por las cosas que no nos competen. El trabajar, esforzarse, ser sabios y buen administrador con nuestros recursos es parte de nuestro trabajo.
Pero al fin y al cabo Dios es el que provee.
El que nos sustenta es Dios. El que nos da vida y nos mantiene con vida es Dios. Por tanto, debemos dejarlo lo que le corresponde a Él. Echar todas nuestras ansiedades en Dios significa aprender a confiar en su sustento, sin preocuparnos y temer por el que será de nuestra vida el día de mañana. Debemos confiar que Dios cuida de nosotros, y nuestro sustento depende de Él.
El Señor Jesús nos enseñó esto mismo en Mateo 6:31-34:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.
Y la razón es sencilla: “Dios cuida de nosotros”, Dios sabe que tenemos muchas necesidades, y por eso las provee a su tiempo. El Señor no nos desampara.
¿Qué es la ansiedad según 1 Pedro 5:7?
La ansiedad es la preocupación que se genera en nuestro corazón orgulloso cuando entendemos que no dependemos de nosotros mismos.
Por tanto, la cura de la ansiedad es la humildad para depender de Dios y para confiar que nuestras vidas están en sus manos. Él es el amo y Señor de nuestras vidas, dependemos totalmente de él. En fin último, la ansiedad es desconfiar del cuidado de Dios, es pensar que Dios nos ha abandonado, que no cumplirá sus promesas o que no tiene el poder suficiente para ayudarnos.
Aprendamos a echar nuestras ansiedades en Dios, confiando plenamente en sus promesas y en su obrar en favor de nosotros.
Para todos nuestros afanes hay un Dios de toda gracia
Hay una relación interesante entre el versículo 7 y 9. El versículo demuestra que estamos llenos de muchos afanes. Tenemos todo tipo de ansiedad.
Pero el versículo 9 no recuerda que Dios es un Dios de toda gracia. Es como si dijera que el Señor tiene toda la gracia que necesitamos para socorrernos y para que nos mantengamos totalmente confiados en Él. Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lam. 3:22-23). La gracia de Dios es multiforme para ayudarnos en sea cual sea la situación en que nos encontremos. Echemos nuestras ansiedades en Dios y descansemos en su cuidado.
Echa tus afanes en Dios a través de la oración
La gran pregunta es: ¿cómo echamos nuestra ansiedad en Dios? En un sentido práctico, lo hacemos cuando pensamos en sus promesas y decidimos confiar en Dios. Pero el creyente también debe echar su ansiedad en Dios a través de la oración. Como hemos visto en la explicación de Filipenses 4:6-7, Dios nos exhorta a no tener ansiedad, sino a presentar nuestras peticiones a Dios. Es prácticamente lo mismo que está diciendo Pedro.
A veces estamos muy ansiosos y afanados porque nos falta mucha oración. Oremos con más frecuencia y con más fe para que la paz de Dios venga a nuestros corazones y esperemos pacientemente en Él.
1 Pedro 5:7 reflexión
1 Pedro 5:7 nos invita a soltar el peso de nuestras preocupaciones y depositarlas en las manos de Dios, recordándonos que Él cuida de nosotros con amor paternal. Este versículo no solo nos llama a dejar la ansiedad, sino a hacerlo con una actitud de humildad, reconociendo que no somos autosuficientes y que dependemos totalmente del Señor. La ansiedad, en el fondo, nace cuando olvidamos quién es Dios y cuánto nos ama. Pero cuando confiamos en su provisión y cuidado, encontramos descanso para el alma. Así como un niño duerme tranquilo porque sabe que su padre está cerca, así debemos vivir los creyentes: confiando plenamente en nuestro Padre celestial.
Además, esta confianza se expresa en la oración. Echar nuestras ansiedades sobre Dios no es un acto pasivo, sino una entrega activa por medio de la fe y la oración constante. Tal como enseñó Jesús en Mateo 6, Dios conoce nuestras necesidades antes de que las pidamos, y su gracia es suficiente para cada día. Por eso, en lugar de afanarnos por el mañana, estamos llamados a buscar primero el reino de Dios y a presentar nuestras cargas ante Él. Cuando oramos y recordamos sus promesas, nuestra ansiedad se transforma en paz. En un mundo lleno de incertidumbre, 1 Pedro 5:7 es una fuente inagotable de consuelo: tenemos un Dios que cuida de nosotros en todo momento.