Juan 14:15-31 explicacion: les enviaré el consolador

La promesa del Espiritu Santo

Indice de contenido:

Juan 14:15-31 es una porción significativa del evangelio donde Jesús consuela a sus discípulos antes de su partida. Este pasaje se centra en la promesa del Espíritu Santo como otro Consolador y el vínculo entre amor y obediencia hacia Jesús. Jesús les asegura que no quedarán huérfanos, sino que recibirán al Espíritu de verdad, quien vivirá en ellos. Además, Jesús destaca que su partida es necesaria para la llegada del Espíritu Santo, quien les enseñará y recordará todas sus palabras, brindándoles paz y valentía. Este discurso subraya la continuidad de la presencia divina y el amor obediente como la base de la relación entre los creyentes y la Trinidad.

Contexto de Juan 14:15-31

El contexto apunta a un discurso de consuelo (v. 1), el Señor ha de irse y esto los pondrá sumamente triste, pero las palabras del Señor buscan consolar a los discípulos. Ellos esperan una revelación adicional, no conforme a ello piden que les muestre al Padre, pero Jesús responde que él es la imagen del Padre. Así mismo afirma que todos aquellos que pidan en su nombre les será concedido. Aquí hay diferentes argumentos que buscan darle ánimo, consuelo y sentido a los discípulos en vista de que Jesús se iría.

Versículos 15 al 17

El texto hace una correlación desde un inicio entre el amor y la obediencia. En este texto puede que entre como un refuerzo a sacar provecho del consuelo, en vista de que Jesús hace uso de varios imperativos en estos textos (vv. 11, 27b, 31b), pero también podríamos pensar que esto no solamente es aplicado a lo que explícitamente Jesús ordena, sino también en aquello que se deduce como la confianza en él, el ser consolados y otros aspectos que pueden deducirse de su doctrina. Aquí el asunto recae en “si ustedes me aman”, lo cual se podría deducir por su tristeza, pero, esto no se va a mostrar en su tristeza sino en su obediencia.

Entonces, el versículo 6 dice que él pedirá al Padre y él nos dará otro consolador (en griego el famoso termino paracleto), ahora bien, lo primero que tenemos entender es que este otro se refiere a uno igual de la misma condición, por tanto, el Espíritu Santo es otro del mismo tipo de Jesús, esto es, Dios. Ahora bien, ¿Qué significa aquí el término paracletos? En este texto se suele traducir como consolador por el contenido de aflicción que está presente, no obstante el término parece indicar a uno que está al lado a otro para darle toda clase de apoyo. Esto es bastante más razonable en vista de la amplia gama de labores que tiene el Espíritu Santo en el obrar de la iglesia.

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Este otro consolador es llamado como el Espíritu de verdad, o de la verdad, que el mismo mundo no puede aceptar porque no lo ve (no lo percibe), ni tampoco lo conoce. Esto significa simplemente que para aceptarlo, se requiere percibirlo y al mismo tiempo conocerlo. Esto es algo muy misterioso, pero mi apreciación sobre este texto es que el Espíritu Santo no está disponible para aquellos que son sus ovejas. Las ovejas escuchan la voz de Jesús, la reconocen.

No obstante, ustedes, los discípulos, si lo conocen ¿Por qué? Porque vive con nosotros (habita con nosotros) y estará con nosotros (la promesa). Aquí sigue algo igualmente confuso, la distinción entre los verbos presente y futuro puede generar confusión en nosotros. Parece ser que hay dos sentidos en los que el Espíritu estaba y estaría en los discípulos, claramente para nosotros la declaración es completa, pero para ellos significaba dos cosas diferentes. Parece ser que el sentido está en la morada interna y permanente, sumado al propósito de santificación y evangelización en la iglesia. Sea como sea, Juan hace una distinción clara entre lo que significa ser de Dios y no serlo, entre tener y percibir al Espíritu, como el no tenerlo.

Versículos 18 al 21

El Señor dice que no nos dejará huérfanos, él volverá por nosotros. Reafirma nuestra relación con él por medio de su Espíritu, hablándonos de las realidades espirituales que serán validadas para nosotros, primero, él se mostrara a sus discípulos nuevamente y, porque Jesús vive (refiriéndose a su resurrección), ustedes también vivirán (resucitaran). Aquí se une la obra redentora a la obra del Espíritu Santo, por lo que hablamos de un mismo hecho visto desde un punto de vista redentor.

En “aquel día” ellos se darán cuenta, comprobarán que ciertamente Jesús está con su Padre y que, al mismo tiempo, ellos están unidos a Jesús y Jesús a ellos. Aquí hay dos preguntas, la primera, es ¿Qué se refiere con “aquel día”? Con esta pregunta debemos entender mejor que se puede estar refiriendo a su resurrección o a enviar al Espíritu Santo, pero no parece ser la resurrección, ya que la resurrección se habla en forma presente (yo vivo), mientras que el Espíritu se habla como una promesa futura. Por tanto, aquí hablamos sobre el día de pentecostés (Hch. 2:1-11). La segunda pregunta es ¿A qué se refiere con “darse cuenta”? Creo que la idea general es que ellos, al tener la experiencia del Espíritu Santo, ellos entenderían de una forma muy cercana que Jesús está a la diestra del Padre, que está unido a Él, que nosotros estamos unidos a Jesús y Jesús con nosotros. El Espíritu Santo es el sello sobre el cristiano sobre la relación que Jesús tiene con el padre porque confirma sus Palabras, pero también es el sello de nuestra unión con Cristo (que es descrita de forma doble en este texto), para eso sirve el sello del Espíritu Santo.

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El versículo 21 presenta algo que es algo perplejo, ¿Qué función cumple la idea del amor con la idea general y con lo desarrollado en el versículo 20?, en otras partes del pasaje se repite esta misma idea. Parece ser que esto no solamente nos habla de la forma como Jesús se relaciona con el Padre y con nosotros, sino también como nosotros nos relacionamos con Jesús y con el Padre. Esto es: quienes hacen suyos sus mandamientos y los obedecen, lo que es curioso, porque en el versículo 15 nos habla de la obediencia de los mandamientos y su relación con el amor, pero ahora nos dice “el que hace suyo mis mandamientos…”  Claramente, no es simplemente obedecerlos, sino hacerlos nuestros. La NTV traduce libremente esto como “aceptarlos”, yo diría más bien escribirlos en nuestro corazón, amarlos, meditarlos y apropiarnos de ellos hasta tal punto que sea parte integral de nuestra vida.

Versículos 22 al 24

La pregunta de Judas (no el Iscariote), parece estar motivada por las Palabras de Jesús en el versículo 19, donde Jesús afirma que el mundo no lo verá, pero ellos sí. Entonces, esta duda puede entenderse en vista de que Jesús vino a salvar al mundo.

La respuesta de Jesús no parece responder, al menos no directamente, el asunto planteado por Judas. En cambio, Jesús dice que aquellos que le aman obedecerán su Palabra, y su Padre le amará a tal persona. Ambos, el padre y el, por medio de su Espíritu, harán su morada en el creyente. En cambio, el que no le ama no obedece sus palabras, pero estas palabras no son de Jesús solamente, sino que provienen del Padre. Aquí la relación entre la trinidad y el creyente es palpable, mientras que la relación del Dios trino se expresa de múltiples formas en el creyente, la forma como el creyente se relaciona con Dios es clara: a través uno de un amor obediente que hace suyo sus mandamientos.

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Ahora bien, ¿Que tiene que ver esta respuesta con la pregunta de Judas? Parece ser que esta revelación que Jesús dará a sus discípulos es algo exclusivo de aquellos que tienen este tipo de relación con el Dios trino. Ya Jesús se había manifestado en carne a vista de todos, pero esta revelación, que venía acompañada no solamente de la resurrección, sino también de la ascensión y la llegada del Espíritu Santo, solamente serían partícipes aquellos que pusieran su fe en Él o que sean escogidos para vida eterna. El Cristo resucitado, ascendido y la plenitud de su Espíritu no sería una perla dada a los cerdos.

Versículos 25 al 31

Cerrando el tema de las Palabras de Jesús, transmitidas por el Padre, dadas a Jesús, para entregarlas a sus hijos. Estas mismas Palabras serán dadas en ministerio al Espíritu Santo, él se encargará de recordarnos su Palabra como también de revelarla. Él será un maestro en medio de su iglesia, y recordará a sus hijos las Palabras que debemos obedecer para mostrar amor a la trinidad.

En concordancia con otras porciones de la Biblia, esta paz que da Jesús es dada por el Espíritu, pero no solamente por su Espíritu, sino por su ministerio en relación con la enseñanza y el recordar la Escritura. Esta paz no es dada como el mundo la da, es, en relación con este don dado por Cristo, que nos ordena a nosotros no angustiarnos ni tampoco acobardarnos. Dos cosas dadas por el Espíritu Santo, valentía y tranquilidad.

Ahora bien, esto se trata del amor, y por consecuencia de la obediencia. Jesús dice que si lo amaran no solamente obedecerían, sino también se alegrarían de que Jesús se fuera al Padre, esto, en efecto, se evidenció en la actitud de los discípulos en Jerusalén posterior a la ascensión (Luc. 24:52). Esto es porque Jesús daría una gran bendición de parte del Padre, el Espíritu Santo.

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