Explicación de 1 Pedro 4:7 | Lo que la venida del Señor nos enseña sobre la esperanza y la serenidad

1 Pedro 4-7 Explicacion

Indice de contenido:

En el contexto de un mundo que a menudo parece distraído por lo efímero y lo material, la exhortación de Pedro en 1 Pedro 4:7 resuena con un mensaje de urgencia y esperanza. Este versículo nos sumerge en la profunda verdad de que la venida de nuestro Señor Jesucristo no solo es inminente, sino que será el evento definitivo que marcará el cierre de la historia humana tal como la conocemos. 

Pedro, hablando desde una época de persecución y prueba, no solo busca fortalecer a los creyentes frente a las adversidades sino también recalibrar su enfoque hacia la esperanza celestial. 

La sobriedad y la vigilancia espiritual, entonces, se convierten en imperativos no solo para preservar la fe sino para vivir en una constante expectativa de lo que Dios hará al final de los tiempos. 

En este análisis, exploraremos cómo las palabras de Pedro siguen siendo vitales para nosotros hoy, animándonos a mantener la esperanza y a permanecer firmes en nuestra fe, mientras esperamos la gloriosa aparición de nuestro Salvador.

La Venida del Señor y el Fin de Todas las Cosas

La venida del Señor Jesucristo marcará el fin de todas las cosas tal como las conocemos. Este evento traerá consigo una serie de sucesos proféticos, incluyendo el arrebatamiento y la resurrección final, seguido por el juicio final. 

En este día, el Señor se sentará en su trono para juzgar a todos los habitantes de la tierra desde el principio de la creación. Este juicio culminará con la condenación de Satanás y sus ángeles, la destrucción de la muerte, y la condenación de los impíos en el infierno. Por otro lado, los creyentes recibirán coronas y su salvación eterna.

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La Cercanía de la Venida del Señor

Aunque han pasado más de dos mil años desde que el apóstol Pedro pronunció estas palabras, y aún no ha ocurrido la venida del Señor, debemos entender que para Dios, un día es como mil años, y mil años como un día. Esto significa que la forma en la que Dios ve el tiempo no es igual a la nuestra. Aunque para nosotros puede parecer que ha pasado mucho tiempo, para el Señor pudo haber pasado solamente un día. 

Esto, aunque no es literal, nos enseña que la verdad más importante que debemos aprender: los tiempos de Dios no son los nuestros. 

La Esperanza en la Venida del Señor

Los cristianos de la época de Pedro estaban siendo acosados por los gentiles, lo cual llevó a la persecución política de la iglesia cristiana. Esta situación podía llevar a los creyentes a perder su esperanza en la venida de Cristo, ya sea por desalentarse a causa del sufrimiento o por volverse a la vida pecaminosa que llevaban antes de llegar al Señor. Por eso, Pedro escribió estas palabras para alentarles y fortalecer su esperanza, pero también para disuadirlos de vivir para satisfacer sus pecados.

La sobriedad y la esperanza de la segunda venida

La sobriedad es un término que Pedro utiliza para referirse al dominio propio. La persona que se “embriaga” pierde el dominio propio, por cuanto no puede controlar ni lo que hace ni lo que dice. 

Pedro nos enseña a mantener la calma ante las dificultades, no dejando atormentar ni perder el sosiego por cualquier cosa que ocurre. Antes bien, con un corazón sereno y tranquilo en el Señor, debemos esperar su venida. 

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También debemos evitar dar riendas sueltas a nuestras pasiones. Lo primero que quiere dominarnos en la aflicción son los deseos pecaminosos. Por tanto, el apóstol nos enseña a tener control de nuestras emociones, deseos y pensamientos para mantenernos cuerdos y expectantes ante la segunda venida. 

La Oración y la Expectativa de la Segunda Venida

Pedro les manda a los creyentes que, con esta consideración del fin cercano, redoblen sus guardias en oración, anhelando y pidiendo que este fin llegue pronto. De esta manera, los creyentes vivirán en la expectativa de la segunda venida de Cristo.

Cuando el creyente ora, actúa de la misma manera que un centinela: vigila con atención a la expectativa de que algo pueda ocurrir. De la misma manera, cuando el creyente ora, su corazón mantiene la expectativa de la segunda. 

Conclusión

En la actualidad, nuestra iglesia se enfoca tanto en las cosas de este mundo que a veces olvidamos la promesa de la venida del Señor. Los avances tecnológicos, los placeres de este mundo y el pecado pueden engañarnos para que pensemos que este mundo perdurará para siempre. Sin embargo, para luchar contra nuestra vanidad y vencer el desaliento, necesitamos afirmarnos más en las cosas futuras que en las presentes. Debemos orar rogando que el Señor venga pronto, y que nos ayude a anhelar más su venida. De esta manera, viviremos verdaderamente deseando y anhelando aquella patria celestial.

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